Tierra de nadie

Los inventores de la izquierda

Me dedica el amigo Monedero un extenso artículo de fondo con el que aplacar mis supuestos recelos sobre Podemos, esa plataforma alumbrada en el seno mismo de la ciudadanía, que desprecia los liderazgos, "crece donde otros ya no pueden ni saben contar" y, sobre todo "emociona". Me siento honrado por los cariñosos apelativos y las incontables menciones, y si algo lamento es que uno de los ideólogos más importantes de la izquierda haya tenido que malgastar su tiempo en abrirme los ojos, distrayéndose  quizás del esforzado trabajo que supone levantar un edificio teórico tan monumental como el que tiene entre manos.

Modesto como es, alaba mi prosa cuando la suya tiene un registro a Góngora que quita el sentido. Sin duda, lo hace con la intención de que alguien tan antiguo y "marmóreo" como yo entienda sus novísimas reflexiones y su "vector experimental", al que luego me referiré. Ha sido entornar los ojos e imaginarle con golilla en las tertulias que frecuenta, un alzacuellos que, entre nosotros, le sería utilísimo siendo como es un desastre con el nudo de la corbata.

Me reprocha exudando cariño el "defecto de forma" que cometí al mencionar que "la hermana mayor de la izquierda", o sea IU, representa a 1,7 millones de electores (los que le dieron su apoyo en las últimas elecciones generales), cuando su resultado en las europeas "fue de apenas 588.000 votos". Corrijo de inmediato el error y añado dos nuevos datos para la perspectiva histórica. En 1999, antes de que el amigo Monedero se convirtiera en el asesor de cabecera del coordinador general de IU, la coalición obtuvo 1.221.566 votos en las elecciones europeas. En 2004, el último en el que el politólogo ejerció su magisterio junto a Gaspar Llamazares, 643.136. Lógicamente, eran tiempos distintos a los de ahora, en los que "no hay más salida que sacar más votos que ellos".

Dice Monedero que Podemos sabe las dos cosas que necesitamos, los dos "vectores". Con el primero, no se puede estar mas de acuerdo: "un Estado social y democrático de derecho que se precie, que se parezca al mejor de los que existen en el planeta". Ahora bien, ¿cuál es el modelo? Por pura prudencia calla el ideólogo. ¿Se referirá acaso a ese Socialismo del siglo XXI cuyas primeras piedras contribuyó a colocar y que tan buenos resultados habría dado en Venezuela de no ser por esa conjura universal entre el fascismo, el liberalismo, la CIA y el FMI? ¿Tendremos que interpretar los trinos de un jilguero en momentos de dificultad o se nos aparecerán caras de ultratumba en las obras del Metro? ¿La gran revolución consistirá en sustituir a la Virgen del Rocío a la que invoca Fátima Báñez por la Santísima Virgen de la Chinita ante la que se postra Nicolás Maduro?

Las respuestas no son fáciles ya que Podemos ha llegado para inventar la izquierda, para que nos atrevamos "a ser de verdad adultos" y a "no regañarle a otros la voz a nadie debida". El adanismo mola, si el amigo Monedero me permite el tono festivo. El problema, en mi modesta opinión, es que apenas se aprecia. Impulsar un proceso constituyente para recuperar la soberanía popular y la de los pueblos, dejar de pagar la "deuda ilegítima", nacionalizar la banca privada, acabar con la austeridad y los recortes, defender salarios y pensiones dignas y una fiscalidad progresiva para que paguen más los que más tienen, paralizar los desahucios y promover la vivienda pública, impedir las privatizaciones de servicios públicos, combatir la violencia machista, defender el derecho de las mujeres sobre su cuerpo, cambiar el modelo productivo mediante una reconversión ecológica, rechazar las intervenciones militares, derogar la ley de extranjería... ¿Qué diferencias existe entre este programa y el de "la hermana mayor de la izquierda? Pues que en los carteles habrá otras caras, que a lo mejor no son las que nos esperamos porque la Plataforma ha convocado a la ciudadanía a primarias, y vete a saber si el elegido no es profesor de Ciencia Política.

La gran novedad, el "vector experimental" de Podemos y para el que se necesita más valentía que la necesaria para probar nuevos "gin-tonic" –aquí coincido con el doctor Monedero en que es una bebida muy sobrevalorada- es, según creo entender, la transformación social que hará que la ciudadanía mande sobre sus representantes y sea quien gestione asuntos públicos "como el control de los medios de comunicación", a los que al parecer hay que controlar.

Podemos tiene todo el derecho del mundo a tener voz, eurodiputados, diputados, concejales y a llegar al Gobierno, aunque uno preferiría que para ello no sea necesario emular a Lenin y "montarse en el tren alemán que le iba a llevar a la Rusia de los zares" estando octubre tan lejos en el tiempo. Y tiene derecho a cartografiar el Nuevo Mundo sin tener que apelar a la "generosidad" del paso atrás de los demás ni denunciar su "enroque" en caso contrario.  Para entender lo de dividir para sumar necesitaré, no obstante, un par de clases del "ínclito" politólogo.

Me reconforta saber que siempre contaré con la inquebrantable amistad de Monedero, que me augura "riqueza y magnificencia" cuando "los heraldos negros sean desterrados de nuestras tierras". No me hace falta mucho, amigo mío. Para ganarme la vida me ha bastado con mi "insorbonable honestidad" y mi "inagotable autocrítica", como bien dice. Me jubilaré cuando toque, que aun siendo un antiguo, será algo después que él.

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