Tierra de nadie

¡Viva la Virgen del Rocío!

Pese a las injustas críticas a la ministra Báñez, la Semana Santa y, por extensión, la mismísima Virgen del Rocío han sido esenciales para que el paro descienda en abril en una cifra récord. Esta bíblica caída del desempleo viene a confirmar que un ser superior tipo Florentino Pérez, de cuya existencia ya nos había advertido Butragueño, rige los destinos de este registro, posiblemente porque después de crear el mundo en seis días el descanso del séptimo se hace insoportable sin tener nada entre manos.

Sea uno creyente o ateo, hay que felicitarse de esta reducción del paro aunque no toda ella sea atribuible a la creación de nuevo empleo sino a la renuncia de miles de personas a inscribirse en unos servicios de empleo que no dan trabajo a casi nadie, ignorantes de que la simple papeleta del paro permite descuentos en la entrada de algunas exposiciones.

El Gobierno, lógicamente, está eufórico, empezando por el presidente, que hoy madrugó para irse a la radio y proclamar que entre ser un optimista o un "cenizo" él prefiere quedarse en el centro, lo que le evita moverse demasiado. El hecho de que la Encuesta de Población Activa del primer trimestre refrigere glacialmente los datos de abril y demuestre que la ocupación baja tan aceleradamente como sube el paro es para el Ejecutivo un detalle sin importancia, despreciable.

El paro, en cualquier caso, se ha convertido en una mera cifra que comentar cada mes o una vez al trimestre, ya que a nuestros dirigentes no suele tocarles de cerca. Sólo han visto una cola del INEM en fotos, y en algunas aparecía Rajoy que se había acercado allí a posar para la posteridad. Está por elaborar una estadística de desempleo entre los políticos y sus familiares para comprobar científicamente que su tasa de desempleo no es española sino alemana. Y no por enchufismo como pudiera pensarse, sino porque tenemos a la generación de hijos, cuñados y primos de políticos más preparada de la historia, lo que facilita mucho encontrar trabajo bien remunerado.

El resto, bastante menos preparados para la vida moderna, hemos sacado alguna vez número en alguna oficina del paro, que vienen a ser como charcuterías bien iluminadas y sin olor a embutido. Por eso, es difícil que sepan lo que piensa un desempleado. Lo ignoran todo: su desesperación en el supermercado, sus súplicas al banco o al casero, los sablazos a la familia y hasta las lágrimas de quienes acuestan a sus hijos con el estómago vacío.

Los millones de dramas se resumen en un número cambiante, en una cifra oscilobatiente al estilo de una ventana de PVC. Para los amantes de esta desalmada estadística que el gasto en desempleo disminuya y la tasa de cobertura se reduzca, como ha ocurrido este mes, es una gran noticia. Habrá menos hogares con ingresos pero aliviaremos un poco al déficit público, que no se puede tener todo, oiga.

Abril ha sido un buen mes gracias a la intercesión divina. Viva la Virgen del Rocío y hasta el apóstol Santiago, hasta cuyas espaldas hemos llevado hace unos días al primer ministro japonés, Shinzo Abe, para que sepa de primera mano en qué consiste el milagro español. En cuanto se apruebe la nueva ley del aborto, que es lo que ha puesto en huelga a nuestros ángeles de la guarda, nos salimos de la tabla.

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