Tierra de nadie

Inaugurator, el cortacintas galáctico

Como los niños que vienen con su pan candeal bajo el brazo, hay políticos que lo hacen con unas tijeras de sastre en cuyo manejo están altamente especializados. Se trata de un instrumental de precisión que, situado adecuadamente sobre una banda de nylon, es capaz de efectuar cortes limpios casi de cirujano. No todo el mundo vale para este trabajo de inaugurar, sobre todo ahora en elecciones que hay que ir a destajo y es fácil equivocarse de obra y hacer un "viva Honduras" en Albacete.

A falta de pantanos disponibles, que de esos ya se ocupó aquel tipo bajito de voz atiplada que salía en el No-Do, hasta este pasado lunes en el que la ley establecía la veda de la tijera, los cortacintas han inaugurado todo lo que se movía y hasta lo que no, lo visible y lo invisible, especialmente esto último ya que la crisis ha sido dura y sólo ha dado en muchos casos para presentaciones de proyecto o para la ya tradicional colocación de esas primeras piedras que exigen además del político cierto conocimiento sobre el fraguado del cemento y del uso de la paleta. Para estos casos se requiere un esfuerzo de imaginación considerable, una abstracción de novelista que a modo de holograma sublima el cubo de hormigón armado y lo convierte virtualmente en un hospital público de catorce plantas gestionado por una empresa privada. Esto último es una obviedad que no requiere de imaginación alguna.

Tantas primeras piedras ha habido que una encima de otra hubieran dado para hacer sombra a la pirámide de Keops, que falta le hace. Por poner algunos ejemplos, han sido colocadas las primeras piedras del parque de bomberos de Nerja, de la pasarela peatonal sobre el río Híjar, de la plataforma logística de Badajoz y, ya puestos, de la estación de mercancías de Mérida y de la Navalmoral, que no iban a ser menos, del vívero de empresas de Puertollano y del Colegio de Abogados de Ciudad Real, del aparcamiento para camiones de Getafe, del centro cívico de Archena, del centro de Convenciones de Córdoba, del centro social de Can Fita y sa Carroca. Si como en las Reales Fábricas de de Riopar se llegaba tarde para la primera piedra porque la cosa data del siglo XVIII, se ha colocado la primera piedra de la rehabilitación y todos contentos.

Dando ejemplo una vez más ha estado el Gobierno al pleno, empezando por Rajoy, que si no pudo ir a Túnez a la manifestación contra el terrorismo yihadista a la que asistieron estadistas menos ocupados como el presidente francés Hollande o el primer ministro italiano Renzi, sí tuvo tiempo, agotando el plazo establecido, para declarar inaugurada un tramo de autovía en La Rioja y para visitar las inconclusas obras del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander. Días antes había estado en Málaga rindiendo visita al centro Pompidou. Un no parar, oiga.

Los ministros, tras su estela. La titular de Empleo, Fátima Báñez, lo que son las cosas, inauguró en Alhaurín de la Torre un edificio inteligente. La de Fomento, Ana Pastor, en otra sublime muestra de talento, inauguró un viaje del AVE en Galicia, y el de Justicia unos planos en Palencia, en concreto el proyecto de remodelación de la Audiencia Provincial.

Paralelamente, por toda España se han descubierto placas en museos, bibliotecas, hospitales vestuarios de equipos de fútbol y en centros de discapacitados y turísticos. Se han inaugurado no ya carreteras sino algunos de sus kilómetros mejor asfaltados, que por algún sitio hay que empezar, y en Madrid han llegado a presentar la renovación de parte de la flota de autobuses interurbanos, que si no la primera piedra al menos es la primera rueda.

Esta tomadura de pelo a la ciudadanía debe de rendir algún fruto porque si no resultaría inexplicable este orgía inauguradora a la que carnalmente se entregan todo tipo de próceres en la antesala de cualquier elección. A los cortacintas ya se les conoce por sus obras hasta en Bruselas, al punto de que la directora de Crecimiento Inteligente y Sostenible de la Comisión, Charlina Vitcheva, le soltaba ayer al gallego Feijóo y sus conselleiros un "menos cemento y más conocimiento" en perfecto castellano durante la presentación de los fondos Feder hasta 2020. Se lo tomaron a risa.

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