Tierra de nadie

Encuentros en la tercera fase para un acuerdo de Gobierno extraterrestre

Para burlarse de la insignificancia del acuerdo PSOE-C’s Rajoy tiró de la Enciclopedia Álvarez y lo comparó con el Tratado de los Toros de Guisando, aquel por el que Enrique IV proclamaba heredera a su hermanastra Isabel en detrimento de su hija Juana, a la que apodaban la Beltraneja por el convencimiento de que, ante la supuesta impotencia del monarca, su valido Beltrán de la Cueva se había excedido en la prestación de servicios a la reina. Y sin quererlo, puede que el presidente en funciones se aproximara a la diana en lo que a semejanzas se refiere.

No se trata aquí de buscar parecidos razonables entre Rajoy y el rey impotente o de Sánchez y la reina católica. O quizás, sí. La historia, por otra parte, no se detuvo en Guisando y prosiguió su curso con un matrimonio secreto de Isabel con Fernando de Aragón, que es el que parecen haber contraído Sánchez y Rivera, o Rivera y Sánchez, que tanto monta. Sin embargo, ahora que Rajoy es un cadáver político, no está de más recordar que Enrique IV murió repentinamente, que se montó la de San Quintín de forma anticipada, que los isabelinos triunfaron (Sánchez) y que, según se cuenta, ya viudo Fernando (Rivera) intentó desposarse con la Beltraneja (PP), pero ésta le rechazó.

Tras la fracasada ‘coronación’ del líder del PSOE resulta evidente que su romance con Rivera es un matrimonio de conveniencia en toda regla, cuyas capitulaciones empiezan ahora a ser conocidas. La primera es que el pacto no se circunscribía a las votaciones de los pasados días 1 y 4 y que la voluntad de las partes contratantes es mantenerlo hasta que la campana de nuevas elecciones toquen a rebato. Hay que suponer, en consecuencia, que existe una estrategia diseñada de antemano en la que se descontaba que la investidura de Sánchez sería rechazada en primera instancia, algo para lo que, dicho sea de paso, no era necesario saber idiomas.

De igual manera, hay que deducir que los desposados han previsto una segunda fase en la que harían públicos sus votos, desde las promesas de amor eterno a las renuncias, en especial a la monogamia. Así, el PSOE ha tenido que aceptar que se incluya al PP en las consultas para formar gobierno, aunque la contrapartida, en la que pocos han reparado, es que Ciudadanos ha hecho lo propio con Podemos, a expensas lógicamente de que los de Iglesias se avengan a compartir mesa, mantel y sábanas con el "PP en diferido".

Paralelamente, la feliz pareja, se supone que de común acuerdo, se ha puesto a coquetear con los futuros candidatos al trío. Rivera lo ha hecho con el PP, al que ha impuesto como condición que jubile a su zombi en funciones –"si el PP tiene otro candidato distinto a Mariano Rajoy, cambia todo"-. Y Sánchez le ha tirado castamente los tejos a Iglesias, que ya desde la tribuna del Congreso le retaba a consumar cuanto antes el acto que debía convertirle en vicepresidente: "No me he cerrado nunca a gobiernos de coalición. Por tanto, no me cierro a ninguna formulación", dijo el del PSOE sin hacerse el estrecho.

Sánchez, que para ser el trasunto de la decentísima Isabel está desatado, lleva una semana dedicando caiditas de ojos a las confluencias de Podemos y, no contento con eso, se ha ido este martes a ver al mismísimo Puigdemont, con el que no se cuenta para la cama redonda pero del que, al menos, espera que no se oponga al totum revolutum a cambio de comprensión y cariño. Al presidente de la Generalitat lleva tiempo el del PSOE mandándole mensajes con el abanico a la altura del pecho y está por ver que el "podemos ser amigos" que le transmite sea correspondido.

Los flirteos de estos días han de culminar en una tercera fase, la de los encuentros, a los que la feliz pareja pretende acudir como uno solo, no vaya a ser que el amor libre se les vaya de las de las manos. Y aquí vendrá lo más espinoso porque a Podemos no es de los que se dejen abducir por lo que el propio Iñigo Errejón ha definido como un OPNI, Objeto Político No Identificado, en referencia al acuerdo entre PSOE y Ciudadanos.

Pasar de Guisando a la conquista de Granada no será una tarea sencilla. Entre tanto, se suceden las batallas. Se asedia a Podemos con un supuesto informe policial de sus cuentas que, en realidad, es un corta y pega de periódicos hecho por Fernández Díaz y por su ángel de la guarda; a Sánchez le supura un grano en Galicia y Susana Díaz, en plan cirujano, ya está cavilando como extirpar a Sánchez del grano; la corrupción a gran escala tiene sitiado al PP, que ya carece hasta de peluqueros para hacer presentable a Rita Barberá. Y así.

A falta de otro cuadro de Genovés con el que inmortalizar un hipotético acuerdo extraterrestre para la investidura del líder del PSOE siempre quedará el que Francisco Pradilla realizó para plasmar la rendición de Boabdil. Cuelga del salón de los Pasos Perdidos del Senado, por lo que no exigiría a los firmantes grandes desplazamientos.

Si Sánchez pereciera en el intento, que es otra posibilidad, nada mejor que aplicarle el testamento de Isabel, que dispuso ser enterrada en la Alhambra o donde yaciera Fernando, "porque el ayuntamiento que tuvimos viviendo (...) espero tornar a que en el cielo lo tengan y representen nuestros cuerpos en el suelo". Que se entere Rivera de lo que es el amor verdadero.

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