Tierra de nadie

El estadista perdonavidas

Se esperaba con expectación al estadista bajito y cabreado y Aznar no defraudó a la concurrencia. Lo del expresidente debe de ser un problema médico, una inflación de bilis o una úlcera sangrante quizás, porque ese rictus, mezcla de desprecio y estreñimiento, es difícil de conseguir en circunstancias normales por mucho que uno tenga que pasar al lado de Rajoy y estrecharle la mano.

Llegaba nuestro hombre al homenaje a Vargas Llosa, el octogenario enamorado, sin saber muy bien si lo que se celebraba era un cumpleaños o la cumbre de las Américas. Y allí volvió a ejercer de perdonavidas, que es el papel que tiene más trabajado, mientras reclamaba nuevos liderazgos a la altura de los desafíos pendientes, en alusión lógicamente a su sucesor de cuerpo presente.

El carnaval de Aznar dura ya más de 10 años. Disfrazado de guardián de las esencias de la derecha planetaria o, mejor dicho, de la ultraderecha, el rencor que acumula hacia Rajoy poco tiene que ver con principios o valores sino con la negativa de éste a facilitar su función de lobbista, que es a lo que se dedica este mustio caballero. De aquellos polvos que le impidieron convertirse en el visitador de la Moncloa para apuntalar así su negocio de conseguidor entre las multinacionales que le tienen a sueldo vienen estos lodos que aparentan ser lecciones de alta política.

Basta con estudiar detenidamente alguno de sus discursos made in FAES, que no dejan de ser variaciones sobre un mismo tema, para comprender las perturbaciones del personaje. ¿Cuáles son sus recetas? ¿Encabezar una nueva cruzada contra el Islam? ¿Cerrar las fronteras? ¿Dejar sin protección a los parados porque son vagos y algunos maleantes? ¿Mandar el Ejército a Cataluña y los tanques que sobren al País vasco? ¿Encarcelar a los independentistas? ¿A qué se refiere exactamente cuando pide defender las instituciones y no aceptar "rebajas a la libertad"?

Se puede entender los desequilibrios de quien sigue buscando armas de destrucción masiva en Irak y desentrañando las conexiones entre ETA y el 11-M, pero también se confiaba en que su pluriempleo como empleado de Murdoch, de la industria petrolera, de los negacionistas del cambio climático, de la minería del oro, de las eléctricas o de la inmobiliaria JER Partners le distrajeran de sus obsesiones.

Su último servicio a la patria parece ser el de acabar con Rajoy, un misión en la que sus esfuerzos son redundantes porque el afectado está poniendo todo de su parte. Ni en el PSOE, donde el canibalismo de su dirigencia ha eliminado los menús del día, se había visto tal obstinación antropofágica como la demostrada por mister abdominales hacia su heredero.

No deja de tener gracia que quien más errores confesos e inconfesables ha cometido en este país siga dando lecciones y marcando el camino sin que nadie en su partido se atreva a decirle que se lo haga mirar por un especialista. Aznar es una caricatura que no tiene ni pizca de gracia.

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