Tierra de nadie

El muro de Trump lo inició Clinton

Dicen los chistes sobre Trump, al que se compara con Godzilla pero con menos conocimientos en política exterior, que la prueba de que no es tan xenófobo como se piensa es que sigue contratando extranjeras para que se casen con él. Sin embargo, cubierto ya su cupo personal, el nuevo presidente se dispone a cumplir su promesa de levantar un muro en la frontera entre EEUU y México que, si se cumple la profecía de otro chiste, será construido por Sacyr, tendrá sobrecostes que Trump se negará a abonar y obligará a Rajoy a rescatar a la constructora. En resumen, los españoles pagaremos el muro y no México, como pretende el actual dueño del Hair Force One, que es por cierto una más de las bromas sobre el gas peludo que le recubre la cabeza.

El proyecto del muro subleva mucho a Europa, cuyo alto grado de civilización le impide cortar el paso con hormigón armado a los inmigrantes existiendo vallas y concertinas como las dispuestas desde Ceuta y Melilla a Calais, pasando por Turquía, Bulgaria o Hungría. No es en ningún caso una idea original, ya que el promotor de la separación física con los mexicanos, gente de mal vivir, pendenciera y con tendencia al narcotráfico y a las violaciones -tal es la opinión del tío Donald- fue un famoso saxofonista que ocupó durante ocho años el despacho oval: Bill Clinton.

Con el argumento de frenar el tráfico de drogas entre ambos países, Clinton empezó a levantar una valla de acero y cuchillas que, impulsada luego por Bush padre, se extiende a lo largo de más de 1.100 kilómetros, lo que representa un tercio de la frontera. La obra, que separó poblaciones unidas hasta entonces por fuertes lazos económicos y familiares como los dos Nogales, se complementó con una durísima legislación antiinmigrantes que ha sido la misma que se ha venido aplicando hasta ahora con el propio Obama. Trump tiene, por tanto, una parte del trabajo hecho.

De su vigilancia se ocupan más de 20.000 agentes fronterizos con un presupuesto que supera los 19.000 millones de dólares. Cada mes, entre 35.000 y 46.000 personas, de las que un número no despreciable son menores no acompañados, son detenidas al intentar cruzar la frontera. En los últimos años miles de ellos han muerto en el viaje de los tour operadores del crimen organizado, ya sea a lomos de trenes de carga como La Bestia, asfixiados en compartimentos de camiones, ahogados en el Río Grande, deshidratados en el desierto de Sonora, despeñados en acantilados o simplemente atropellados.

Si Trump no tendrá problemas legales para completar su cremallera de cemento es porque desde 2006 existe una ley que se lo permite, y que sólo espera contar con la dotación presupuestaria correspondiente sin que el Congreso pueda oponerse. Los 10.000 millones previstos pueden acabar siendo 25.000 pero, al fin y al cabo, dará trabajo a los norteamericanos –Make America great again- y siempre se puede presionar a los mexicanos para que paguen la factura suspendiendo las remesas de dólares que los inmigrantes envían desde EEUU. En último extremo, podrá contar con los españoles para rescatar, como en el chiste, a Sacyr o a ACS, que en lo de tapar agujeros somos especialistas a nivel mundial.

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