Tierra de nadie

El hombre de las sandalias de cuero

Jeremy Corbyn, el líder de los laboristas ingleses, era hace algo más de un mes el arquetipo del perdedor, la demostración palpable de que hablar de ricos y pobres, pronunciar la palabra obrero, proponer nacionalizaciones, exigir subir los impuestos a los que más tienen para sufragar la sanidad de los que no tienen nada o defender una banca pública eran rescoldos de un izquierdismo rancio muy del agrado de una militancia nostálgica pero incapaz de convencer a un electorado informado del siglo XXI. El caso es que, a un día de las elecciones en Reino Unido, algunas encuestas reflejan un empate técnico entre el trasnochado Corbyn y la moderna Theresa May, tras esfumarse el abismo de 20 puntos que les separaban cuando la primera ministra convocó los comicios.

A Corbyn se le utilizó en España para mostrar la necedad que supondría aupar a Pedro Sánchez a la secretaría general del PSOE si los socialistas aspiraban a ser una opción real de Gobierno. Y en justa correspondencia, la campaña británica ha tenido aires muy españoles a la hora de desacreditar a este sexagenario desaliñado a medida que aumentaban sus opciones de victoria. El mejor ejemplo es el de Boris Johnson, ministro de Exteriores y exalcalde de Londres, para el que Corbyn es un admirador del chavismo al frente de una célula comunista que tiene secuestrado al Partido Laborista. ¿Venezuela en la campaña electoral británica? Como lo leen.

Para la izquierda europea Corbyn significa más que una esperanza, al margen de que logre imponerse mañana en las elecciones. Su consolidación será la de un modelo opuesto a ese neoliberalismo de amplio espectro que en los últimos treinta años ha carcomido los cimientos de muchos partidos que se decían socialistas y que eran indistinguibles de sus contrapartes conservadoras a los ojos del electorado.

El hombre de las sandalias de cuero es un tipo coherente y auténtico que jamás ha abjurado de sus principios, lo que a lo largo de su dilatada carrera como diputado le ha hecho votar más de 500 veces en contra de las directrices de su propio partido. Activista contra el apartheid, defensor de la causa palestina, antinuclear, antimperialista,   antimilitarista, antiOTAN y otras antis más, fundamentalmente antiBlair, Corbyn ha cautivado a los jóvenes que, a tenor de los sondeos, le apoyan masivamente y que se han sentido concernidos por un discurso que les habla de solidaridad y de valores y promete combatir la austeridad, la especulación del capitalismo salvaje y suprimir las tasas universitarias.

El afianzamiento de Corbyn es también otra derrota para la prensa tradicional y las grandes cadenas de televisión, cuya pérdida de influencia ya se demostró en la victoria de Trump en EEUU o, salvando las distancias, en las primarias del PSOE. El viejo laborista se ha apoyado en plataformas de activistas que piden el voto casa por casa, en las redes sociales, en medios digitales alternativos y hasta en raperos.

Se ha servido también de las torpezas de su rival, cuya campaña, centrada casi exclusivamente en el Brexit, no ha podido ser más desafortunada. Desde su proclamada intención de que los ancianos usaran sus viviendas para costear la atención geriátrica que reciben al recorte en el subsidio para calefacción, los ataques directos a sus votantes tradicionales han sido constantes. La irrupción del terrorismo en campaña ha servido a May de balón de oxígeno: "En estas elecciones hay un candidato que se ha vanagloriado de haberse opuesto a todas las leyes antiterroristas, y una que ha sido responsable de hacerlas aprobar; un líder que se ha opuesto a que la Policía pueda disparar a matar, que ha dado cobertura al IRA cuando disparaba y asesinaba a nuestros ciudadanos y que ahora, en medio de una campaña electoral, quiere hacer todo lo posible por ocultar sus puntos de vista". Corbyn ha respondido responsabilizando a May de los recortes en su etapa como ministra del Interior y de la reducción de 20.000 efectivos policiales.

Si las últimas encuestas se confirman y Corbyn logra, no ya vencer, sino rescatar al laborismo de las catacumbas y de la marginalidad que se le profetizaba, habrá dado un paso de gigante para demostrar que hay alternativa, que es posible mantener un discurso de izquierdas, sin complejos, y que la utopía, como decía Galeano, está en el horizonte y sirve para caminar.

Más Noticias