Tierra de nadie

'Los Lobos' y los corderos

Un grupo de señores muy preparados que se hacen llamar Los Lobos han ganado un pastizal en un explosivo concurso de televisión tras más de dos años de intentos y de 505 programas a sus espaldas. Entre pitos y flautas y antes de Hacienda, los cuatro fantásticos se llevan a casa 6,6 millones de euros, el premio más elevado que entrega una televisión en Europa. Merecido lo tienen.

El ‘bombazo’ tiene varias moralejas. La más obvia, claro, es que el que la sigue la consigue, que está muy bien como enseñanza aunque la vida esté llena de ejemplos de que por mucho que uno lo intente no hay manera, y que los sueños, sueños son y de la mayoría ni nos acordamos al despertarnos. Por regla general, somos perdedores bastante obstinados y hemos desistido de encontrar la mejor versión de nosotros mismos, que es como la peor pero vestida de domingo. Por explicarlo de otra manera, no es verdad que esté siempre en nuestras manos cambiar la suerte, que, además de caprichosa, es muy cabrona.

Otra lección que algunos extraerán del pelotazo es que el conocimiento y el estudio tienen su recompensa, especialmente en estos tiempos donde, como en el tango, da lo mismo ser un burro que un gran profesor y los ignorantes y los tuercebotas, no es que nos hayan igualado, sino que nos han superado con creces. La experiencia desmiente esas frases hechas del estilo de "daría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro", salvo que al final pueda venderlo y hacer caja. Lo vino a confirmar uno de los ganadores, doctor en Bellas Artes, cuando explicó que se había convertido en concursante televisivo para ganarse la vida porque dando clases en la Universidad no le llegaba para hacer una comida al día.

Los niños de este nuevo mundo, que son bastante más avispados de lo que suponemos, no quieren ser Einstein o Da Vinci; prefieren ser influencers, futbolistas o hijos de rico, que se corre menos. Es una realidad que difícilmente será combatida pese a que los Lobos se zampen el bote y Fran el rosco de Pasapalabra. Estos héroes de las preguntas tipo test son la excepción que confirman la regla, y la regla es que el esfuerzo y el mérito de los que tanto se nos habla como antesala del éxito son, mayormente, el invento de algún listo para que no nos desanimemos y sigamos como ratones en la rueda, un nuevo opio para un pueblo que, como decía el Perich, ha descubierto que la religión sólo sirve para consolarnos de unos problemas que no tendríamos si la religión no existiese.

La ciencia ficción hoy en día no es colonizar galaxias lejanas ni que los indios ganen en alguna película a los americanos sino conseguir que el saber ocupe lugar en los puestos decisorios, que la capacidad sea reconocida, que el estudio abra alguna puerta que no sean la de las centralitas o las pizzerías y que lo que se premie sea el contenido y no el continente, aunque algunos de estos últimos corten el hipo y marquen tendencia en bañadores. Para los corderos que somos todos, los Lobos son la tripulación del Enterprise y Erundino el señor Spock. Larga vida sólo porque la prosperidad ya se la han ganado. Mientras nos graban otra temporada de la serie, compremos décimos de Navidad, que están al caer.

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