Tierra de nadie

La lapidación de Tezanos (toma 21)

Al presidente del CIS, José Félix Tezanos, no hay más remedio que quererle, aunque sólo sea por los buenos ratos que pasamos muchos meses gracias a él y por los comentarios despiadados que partidos políticos y medios le dirigen, incapaces de aceptar una broma. Una multitud se ha vuelto a acordar este martes del sociólogo y de buena parte de su familia tras la publicación por parte del Centro del macrobarómetro previo a las elecciones del 10 de noviembre en el que, como era previsible, el PSOE arrasa, una constante en sus vaticinios sea cual sea la metodología empleada, que ha sido diversa desde que ocupa el cargo.

Como se recordará, nada más tomar posesión, Tezanos revolucionó el sistema empleado hasta entonces por considerar que siempre había sido erróneo y comenzó a presentar las encuestas en bruto, sin la famosa ‘cocina’ desde la que se servían los pronósticos de voto. Como las distancias a favor del PSOE eran siderales, se avino en determinados momentos a recuperar las cazuelas sin que el resultado variara en exceso y, como seguía siendo despellejado, llegó a convocar una comisión de sabios para que plantearan nuevos enfoques. El de ayer es un sondeo pasado por los fogones que los paladares más exquisitos no han logrado apreciar porque los ingredientes estaban pasados de fecha.

El asunto es que mientras otras encuestas han venido estableciendo una tendencia según la cual el PSOE reduciría ligeramente su representación y el PP y Vox subirían como la espuma, el CIS monta en la ola a los socialistas -que podrían llegar hasta los 150 escaños y elegir socio a diestra y siniestra- y desinfla el suflé de la derecha, a la que en conjunto sitúa a doce puntos del bloque de la izquierda. El matiz importante es que el trabajo de campo de sus casi 18.000 entrevistas se realizó antes de la sentencia del procés, del conflicto desatado en las calles catalanas y de la exhumación de Estado de la momia del Valle de los Caídos, asuntos que, sin duda, determinarán el sentido de muchos votos. Es más, se preguntó a la muestra sobre partidos, tal que Más Errejón, que en las fechas del estudio, o en gran parte de ellas, ni siquiera habían decidido cómo y dónde se presentarían.

Como se ha dicho aquí en alguna ocasión, tan absurdo como pedir al Centro una neutralidad que nunca ha exhibido es elevar a los altares a esa demoscopia privada sometida al principio de que quien paga manda, y que, salvo excepciones, ha venido siendo una escopeta de feria. El llamado consenso demoscópico suele ser una treta con la que justificar a posteriori los errores, una manera de sugerir que si todos los sondeos estaban equivocados no es porque se hubieran hecho mal sino porque el electorado es muy suyo y miente más que habla.

Contando con eso, la cuestión no es por qué el PSOE siempre sale favorecido en las encuestas de Tezanos, ya que lo contrario sería como exigir que no amanezca por el oriente. La pregunta es por qué se gastan 300.000 euros de dinero público en un trabajo extemporáneo que sólo provoca risa, por muy saludable que esta sea, y que, por buscar algún elemento positivo, ratifica lo que sabe todo el mundo con la única muestra de los parroquianos del bar de al lado: que la abstención será importante porque la gente está hasta el gorro de los partidos, que hay muchos indecisos y que Rivera se dará un costalazo de campeonato por su mala cabeza.

Es verdad que Tezanos contribuye a sus periódicas lapidaciones amontonando piedras a sus pies y que el contemplar mes a mes su voluntario martirio llega a inspirar muchísima compasión. Por muy masoquista que nos haya salido, parece llegado el momento de ahorrarle a él los hematomas y a los demás un espectáculo tan sangriento.

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