Tierra de nadie

Sueños con tricornios

En un sostenella totalmente enmendalla un poquito, la Guardia Civil ha completado su concienzuda investigación sobre las manifestaciones del 8-M y ha entregado a la jueza que investiga por prevaricación al delegado del Gobierno en Madrid un segundo informe que vuelve a concluir que el Ejecutivo ya conocía desde enero la gravedad del coronavirus e incluye el famoso off the record de la ministra de Igualdad, Irene Montero, como una nueva prueba de cargo. El documento del que da cuenta hoy el diario El País está fechado el 1 de junio y parece ser fruto de la resaca por la destitución del coronel Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de Madrid. Los chicos de verde ni olvidan ni perdonan o, al menos, no lo hacen tan pronto.

Las nuevas pesquisas de estos uniformados sabuesos consisten esencialmente en reunir noticias de distintos medios de comunicacion a la manera de una revista de prensa por si la magistrada no ha tenido tiempo de echar un vistazo a los periódicos del día. Estas indagaciones de hemeroteca llevan a la criminalística a un nivel superior y dejan obsoletas otras disciplinas científicas para la reconstrucción de los hechos y la determinación de los culpables. No hay mejor indicio que una noticia a toda página, sobre todo si el ABC el que la publica.

Avala también el procedimiento de filtrar lo recopilado a la prensa, que al fin y al cabo es su principal fuente de información, ya que ello permite, por eso de que cuatro ojos ven más que dos, detectar los errores y gazapos que siempre se cometen en los corta y pega apresurados. Este segundo informe viene a ser una fe de erratas de asuntos menores en el que se aprovecha por ejemplo  para corregir la fecha en la que la OMS declaró oficialmente la pandemia, que no fue antes sino después del 8 de marzo, y para explicar que la manipulación de algún testimonio, como el de un sindicalista de UGT, fue en realidad un fallo en la interpretación de sus palabras. Cosas menores como se decía. No se puede estar en todo.

Revela además que el Cuerpo no está dispuesto a dejar atrás a uno de sus coroneles más esforzados, caído heroicamente en acto de servicio a manos de las hordas rojas, y que ahora lame sus heridas en la Intervención Central de Armas a la espera de que otro Gobierno que sepa entender los valores del uniforme le reponga de nuevo en el frente de batalla. "El honor es mi divisa", a ver si nos vamos enterando de que los lemas están para ser cumplidos.

De ahí que las palabras de la ministra de Defensa, Margarita Robles en las que negaba cualquier riesgo de insubordinación de la Guardia Civil suenen un tanto precipitadas. ¿De verdad saben sus mandos que han de cumplir las órdenes del Gobierno o solo las de algún Gobierno? ¿Está la ministra segura de que la Guardia Civil no pertenece a ningún partido y que conoce cuáles son sus obligaciones en un Estado de Derecho? ¿Las conocía también Tejero cuando decidió convertir el techo del Congreso en un queso gruyère?

Haría bien el Gobierno en atar muy en corto a algunos de estos servidores públicos, no vaya a ser que un buen día se decidan a dar otra campanada a mayor gloria de España, creyendo intuir lo que los ciudadanos y los partidos de bien esperan de ellos. Nunca ha estado muy claro a qué hace referencia exactamente ese "todo por la patria" que el Instituto luce en sus cuartales desde el año 1939. Los sueños con tricornios siempre acaban en pesadillas.

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