Estación Término

El ciudadano admite la libertad en el morir

Fernando Pedrós
Periodista, filósofo y miembro de Derecho a Morir Dignamente (DMD)

 

No se trata de una encuesta en la calle con la cámara al hombro para que contestes a cara descubierta. Pero me gustaría que me dijeses claramente qué piensas del aborto, de la homosexualidad y de que se ayude a morir a quienes así lo quieren por estar afectados de una enfermedad grave. Piensa tu respuesta y también piensa en tu edad... Pues bien hace unos días conocíamos las respuestas de adolescentes y jóvenes -de 15 a 25 años- y dejaban plena libertad a la gente para que la mujer aborte, las parejas homosexuales adopten niños y de que se ayude a morir a los enfermos graves. Pensábamos que esta gente se desentendía de estas cuestiones que afectan a la sociedad, que están enganchados mental y ‘digitalmente’ a su teléfono móvil y sus múltiples aplicaciones, que a este paso estarán afincados en una adolescencia permanente... y un sinfín de juicios poco favorables. Pues no, quienes han dirigido la encuesta y se han atrevido a ponerlos entre la espada y la pared presentándoles entre otras estas cuestiones deducen de sus respuestas que son gente proactiva en temas comunitarios y que se implican en lo común. De adolescencia permanente, nada o bastante poco.

 

Los comportamientos más aceptados en la encuesta son "la adopción de hijos por parte de homosexuales y lesbianas" (6,98) y "que exista libertad total para abortar" (6,95) y "que se ayude a morir a los enfermos graves que lo pidan", con un notable 6,48. Todos estos comportamientos pertenecen a la vida privada, no afectan o lesionan los derechos de terceras personas ni al cuerpo social y están altamente aceptados por la sociedad española.

 

Este colectivo de ciudadanos de 15 a 24 años está, pues, enfrentado a la política del Partido Popular que quiere recortar la ley sobre le aborto anulando los plazos y en contra de la actitud reaccionaria de los partidos hasta ahora dominantes en la política que siempre han boicoteado la voluntad de la ciudadanía de regularizar la eutanasia y el suicidio asistido.

 

Al estudiar las respuestas a la propuesta que indica "que se ayude a morir a los enfermos graves que lo pidan" el 59,9 % de los encuestados están de acuerdo, la admiten plenamente, el 17,8 % la asume con un grado medio de admisibilidad y el resto tiene una admisibilidad baja. Entienden que la gente quiera morirse y admiten de buena gana que, si somos dueños de nuestra vida, quien lo desee que pueda ser también dueño de su muerte. En total, más de tres de cada cuatro acepta la eutanasia, y tienen un criterio y opinión asimilable al del resto de los españoles de toda edad y eso que la experiencia de la vida no les ha dejado tener un suficiente conocimiento de la situación trágica de muchos enfermos y la de enfermos y familiares que saben que en nuestro país ‘se muere mal’, sobre todo sin la suficiente libertad. Adolescentes y jóvenes se unen a sus mayores: en un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de hace unos años el 80,5% de los españoles estimaba que la ley debería autorizar a los médicos a que pudieran poner fin a la vida y sufrimientos de la persona que lo solicite libremente (eutanasia). El 63,3 % lo afirmaban con toda seguridad y 17,2 % daban su sí a la propuesta, pero apostillaban que no estaban totalmente seguros.

 

Es curioso que al suicidio se le considere en las respuestas como un comportamiento no admisible para el 66,5 de los encuestados. Cuando están de acuerdo y entienden que la gente quiera morir por su situación, parece de difícil comprensión que haya un porcentaje tan alto respecto a admitir el suicidio como expresión de morir y provocarse personalmente la muerte. Los investigadores al analizar este dato manifiestan que para estos jóvenes el suicidio viene a ser "un producto de cobardía y tiene mala imagen" o también un comportamiento derivado de una situación de ‘locura’. Quizás esta imagen del suicidio pueda ser la razón de esta paradoja, según los sociólogos, de la diferencia de opinión entre la eutanasia y el suicidio.

 

Como se ve repetidamente en las encuestas, la sociedad española no está dividida respecto a la eutanasia: la acepta mayoritariamente sin diferencias de edad. Pero los partidos mayoritarios y los políticos legisladores llevan muchos años sin querer enterarse. 

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