Estación Término

La eutanasia abortada de un preso belga

Fernando Pedrós
Periodista, filósofo y miembro de Derecho a Morir Dignamente (DMD)

 

La noticia insospechada sobre la eutanasia ha llegado de Brujas (Bélgica): un preso belga que había obtenido el derecho a morir por "sufrimiento psíquico insoportable" iba a morir el domingo 11 de enero. Pero unos días antes de esta fecha el Ministerio de Justicia presentaba el reverso de la noticia: Los médicos belgas renunciaban a la eutanasia programada. El Ministerio federal de Justicia había confirmado que "la eutanasia será aplicada" y ahora retrocedía diciendo que los médicos que trataban al interno "han decidido no continuar el proceso". La conclusión resolutiva era que el preso sería trasladado a un centro de atención psiquiátrica para los cuidados adecuados.

 

Como la información acaba aquí sin que el ministro de Justicia belga haya dado más precisiones, es necesario reflexionar sobre esta situación -al parecer un tanto incoherente- con los datos sabidos, pero con la ley belga de eutanasia en la mano. Los sufrimientos psíquicos son tenidos en cuenta por la ley como motivo de solicitud de eutanasia, pero ya en el debate parlamentario de la ley fue un campo de litigio, y es posible que en este momento y tratándose de un preso el conflicto haya rebrotado. El Ministerio se acoge al secreto médico para no dar explicaciones, pero resulta todo un tanto confuso cuando un equipo de psiquiatras había evaluado y considerado el sufrimiento psíquico como suficiente motivo para ser concedida la petición de eutanasia y había por medio un dictamen del Tribunal de Apelación. Es más, la solicitud se había realizado hacía tiempo y en varias ocasiones y en el mes de septiembre el diario flamenco De Morgen informó que la justicia belga, después de haber rechazado las frecuentes peticiones del preso, había autorizado su eutanasia. A nadie le podía sorprender, pues, la decisión de la fecha de la actuación eutanásica por el tiempo trascurrido y por el proceso llevado a cabo.

 

Por otra parte, cualquier médico puede presentar su objeción de conciencia para llevar a cabo tal actuación, pero eso no quita para que haya otros profesionales de la medicina que puedan llevarla a cabo. El médico tampoco está obligado a buscar otro médico que la realice en su lugar, pero sí ha de entregar la historia clínica al enfermo para que pueda recurrir a otro médico.

 

Si el interno en estos momentos va a ser trasladado a un centro de tratamiento para que reciba cuidados específicos, da la sensación de que, al ser un interno condenado de por vida, no tiene derecho a ejercer su libertad. Hay que tener en cuenta que la pena de cárcel que cumple supone una pérdida de libertad de movimientos y, en consecuencia, tener que ajustarse a reglamento carcelario, pero no la pérdida del resto de facetas de su libertad y autonomía personal. Quizás a este punto habría que añadir que se conocía en Bélgica que ya unas decenas de internos estaban dispuestos tras este caso a reclamar su derecho a la eutanasia. Y, claro está, siempre frente a la libertad de todo individuo puede surgir el miedo a lo que se llama ‘la pendiente resbaladiza’ y que haya más casos conflictivos.

 

Por los datos que hasta el momento conocemos considero que la petición de morir con libertad, asumida como legítima por el Tribunal de Apelación belga, se ajustaba a las condiciones de racionalidad establecidas para la eutanasia en la ley belga. Es más, el interno era consciente de su petición y de su historial criminal y por ello había remitido su petición al tribunal con el siguiente mensaje: "haya lo que haya hecho, yo soy un ser humano, concededme la eutanasia".

 

El caso de Van de Bleeken iba, en mi opinión, más allá de la aplicación de una ley vigente en Bélgica. Era un paso más, por pequeño que hubiera sido, en la conquista de la autonomía de la persona. La libre decisión de morir cuándo y cómo quiera el sujeto no es una concesión ni del Estado ni de la sociedad. La autonomía plena es un atributo de la persona que puede ejercerla con tal de que en su ejercicio no se lesionen los derechos de los demás. Y como en la vida no se pasa del cero al infinito en un abrir y cerrar de ojos y por solo quererlo, había que dar la bienvenida a pasos de sensatez como la solicitud de eutanasia de este hombre de cárcel que como bien decía "yo soy un ser humano". Pero de nuevo el proceso ha resultado fallido.

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