Estación Término

La muerte en el instituto

Fernando Pedrós
Periodista, filósofo y miembro de Derecho a Morir Dignamente (DMD)

 

Ante el incidente ocurrido el día 21 de abril en el Instituto Joan Fuster de Barcelona, en que murió un profesor, la Asociación Derecho a Morir Dignamente de Cataluña emitió al día siguiente un comunicado en que aboga por la formación reflexiva de los adolescentes en los centros de enseñanza pues por desgracia estos jóvenes en formación de su personalidad moral y social se encuentran ubicados entre la banalización y el tabú del hecho de la muerte.

 

En conversación con algunos formadores me ha resultado llamativo que los padres en las APA con frecuencia se muestren contrarios a que se realice una reflexión sobre el hecho de la muerte como elemento de formación de la identidad de los jóvenes. Pero es que, además, esta postura de los padres que consideran la muerte como un hecho obsceno, que hay que alejar mientras se pueda del campo de conocimiento de niños y adolescentes contrasta con la postura de estos que se muestran dispuestos a hablar abiertamente: la muerte les cuestiona. Quizás la primera reflexión en un centro de enseñanza debiera ser el contraste de opiniones de padres y sus hijos acerca de la muerte y su cuestionamiento y a partir de esta clase-prólogo se podría diseñar las etapas de reflexión para una nueva cultura de la muerte y el aprovechamiento de diversas coyunturas para continuar dicha reflexión que ayudase a superar los fantasmas y tabús de la sociedad que no favorecen en nada el desarrollo de la formación de las mentes jóvenes.

 

Pero, por desgracia, estos jóvenes que viven su proceso de socialización en el espacio que todos conformamos como sociedad conocen la muerte de una manera aséptica, cuando no tremendamente banalizada. La muerte está presente en nuestras vidas solo en cierta manera y a poder ser sin que nos cuestione. En los puentes y salidas y regresos de vacaciones conocemos con detalle los datos de los muertos en la carretera. La televisión, el cine muchas veces tiene un trasfondo de violencia, de disparos y de muertes... En breve, la muerte es rutina o es espectáculo en la vida actual, en las series de televisión, en el cine.... Cuando es rutina, no cuestiona, y si es espectáculo mantiene el suspense de la acción, pero queda subjetivamente distante y ni afecta, ni menos cuestiona. Y no digamos nada de la distancia que mantenemos respecto a la muerte, muchas veces no digna, de enfermos en hospitales y domicilios, sin dejar de lado el hecho globalizado del hambre y los miles de muertes diarias en el mundo de la enfermedad y la pobreza.

 

Y si los padres se retraen e incluso se oponen a que profesores preocupados por la formación de la personalidad de sus alumnos, dejamos a los jóvenes únicamente en el escenario donde se representa la muerte como violencia e indignidad que alimenta todo menos la formación, reflexión y debate con sus compañeros. Nuestra sociedad, empezando por quienes tienen la tarea de educar a sus hijos, debe ir transformando la cultura de la muerte teniendo siempre en cuenta que hemos de ser conscientes de que como humanos somos vida entre dos límites -el nacer y el morir-, vida sin estar coaccionados o enajenados por el tabú de la muerte.

 

Es habitual en estos casos de una o varias muertes inesperadas el minuto de silencio en señal de respeto al fallecido; bien significativa es también la luz de los velones y el color de las flores depositadas en el lugar... Pero de mayor valor para los adolescentes será el dejar llorar las emociones y los sentimientos y a su vez será necesario el desgranar en grupos todas las vivencias y las reflexiones tras la experiencia de una muerte insospechada. Todo ello dará sentido a unas experiencias trágicas y sobre todo afianzará el desarrollo de unos valores de una nueva cultura de la vida y de la muerte.

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