¡Eureka!

La llave es el móvil

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Gabriel Bestard, director general de Goji.

Por EDUARDO ORTEGA

Es martes y, al fin, llueve en San Francisco. El dato climatológico no es baladí. California se encuentra oficialmente este 2015 en su cuarto año de sequía. De hecho, hace sólo unos días que el gobernador, Jerry Brown, ha anunciado restricciones de agua obligatorias. Gabriel Bestard lo anuncia con un tono de sorpresa desde la urbe californiana. Hace cinco años, Bestard disfrutaba de un tiempo totalmente distinto. Una jornada soleada de verano en Barcelona, cuando un accidente le llevó a crear su start up en la ciudad del Golden Gate.

Montado en su moto, introdujo el abultado manojo de llaves en su bolsillo izquierdo, ya que, en el derecho, la cartera ocupaba demasiado. Su decisión acabó con la pantalla del móvil rallada por las llaves. A él le vino al instante a la cabeza la idea que había extraído un par de días antes del programa Redes de Eduard Punset: "Cualquier problema que tienes en la vida es una oportunidad de negocio". Y se decidió a aprovechar el accidente con su smartphone. Creó Goji, una cerradura inteligente para la casa que se abre con el móvil. De tal manera que nunca más necesitaría unas llaves al uso y que nunca más coincidirían en el mismo bolsillo con el móvil. De un problema insignificante halló una innovadora solución.

Hoy, Bestard (Barcelona, 1969) ha cambiado la moto tan típica de la ciudad condal por la bici. La usa para trasladarse a sus oficinas en San Francisco, con el único contratiempo de que la vuelta a casa, situada en una colina, es cuesta arriba. Allí se trasladó en 2012 para lanzar su cerradura, una vez comprobó que ni España ni Europa eran su mejor mercado. "Mi intención siempre fue tener una marca global. Desarrollándolo desde aquí tiene una capacidad de recorrido mucho mayor", defiende.

La cerradura y el móvil están conectados por bluetooth, de tal manera que sólo con usar el smartphone se abren las puertas. Cuando alguien llama a casa, la cerradura alerta al usuario a través del móvil y le envía una imagen de esa persona. Así, puede enviar una llave electrónica al teléfono de esa persona para que acceda libremente durante el tiempo que decida. Un fin de semana de visita de la familia o los días que alguien limpia en el piso. O simplemente dejarle o no entrar en ese momento, esté donde esté. "Una vez que has dado tus llaves a alguien, ya no sabes quién tiene acceso a tu vivienda o cuándo alguien entra cuando tú no estás. Nosotros proporcionamos las herramientas para controlar y gestionar el acceso".

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¿Y si un conocido llama retenido por ladrones para robar? "Bueno, y también puede haber un terremoto y que se derrumbe toda la casa. Si rizamos el rizo, siempre encontraremos una razón por la que no hacerlo. Nosotros mejoramos una experiencia y unos problemas que existen hoy en día. Pero no podemos gestionar todos los imprevistos que tienen una probabilidad del 0,00001% de que sucedan en la vida de un usuario". La seguridad es el área en el que el director general de la empresa asegura que se encuentran más focalizados y en la que más invierten: "Hasta ahora, hemos sido capaces de defendernos de todos los ataques que hemos recibido".

La batería de la cerradura dura seis meses y se avisa al usuario con suficiente tiempo para que proceda a cambiarla. Aún así, si no lo hace o si el móvil se queda sin batería, también se puede abrir con una llave analógica. El producto, que cuesta 299 dólares (unos 272 euros), ha salido recientemente al mercado, tienen acuerdos con las mayores distribuidoras de EEUU y algunas del mundo y sus previsiones no pueden ser más halagüeñas.

Lo cierto es que cuando se plantó con 43 años en San Francisco acababa de dejar su cargo ejecutivo en Danone y no era el prototipo de innovador que llega a Silicon Valley. Ni por edad ni por perfil. "Yo me siento cómodo; todo viene con lo bueno y con lo malo. Lo que he encontrado es un equipo perfecto con el que me complemento".  Hoy, la compañía tiene treinta empleados (la mayoría ingenieros) y Gabriel sigue aprendiendo y desempeñando una labor que le suena: "Goji no tiene nada que ver con nada de lo que haya hecho antes. Pero hay un hilo conductor en todos los proyectos: la capacidad de reinventar un futuro o una realidad que lleve a un futuro distinto".

En sus albores, amigos e Indiegogo (la mayor web de crowdfunding) acudieron en su auxilio para financiar esta aventura que él afirma que no es como algunos la pintan. "No es el camino que desde España o desde fuera de Silicon Valley te cuentan. Es un recorrido mucho más complejo". El trayecto de la start up va hacia las nuevas funcionalidades de la cerradura. Y, quizás de aquí a un par de años, otros productos de Goji, cuyo nombre toma prestado de unas bayas japonesas. "Son muy buenas para tener una salud de hierro. Del mismo modo que nosotros conseguimos una seguridad de hierro en casa".

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