Qué mundo éste. Resulta que en Queensland, Australia, vivía una anciana de 108 años que tenía un blog, y que esta mujer ha muerto después, eso sí, de cumplir con una última entrada en su bitácora. Hace un año, cuando supe de su existencia, me quedé alucinada. La abuelita, con más de 100 años y un lustro a cuestas, se había adentrado en los meandros de la red y había decidido que una vida tan interesante como la suya no podía perderse en su memoria y morir con ella. Puso manos a la obra, y lanzó a los cuatro vientos experiencias, ideas, elucubraciones sobre lo divino y sobre lo humano, como en todos los blogs. Pasaron los meses, alguien la descubrió, se fue a las teles, y se hizo famosa.

Olive era sin duda una mujer adelantada a su tiempo. Pero no es la única persona mayor que tiene un blog. En 2005, según The Pew Internet & American Life Project, algo más del 3% de los internautas mayores de 65 años tenían un blog, y seguramente ahora son muchos más. Pero Olive destacaba por encima de todos, por ser la más vieja, y es estupendo destacar por viejo, ¿no? La mayoría de los blogueros mayores tienen entre 70 y 90 años, y a este tipo de blogs se les denomina "de legado" porque, al contarnos sus vivencias y sus recuerdos, lo que hacen estas personas es dejar constancia de cómo fueron las cosas en el último siglo. Los hay muy trascendentes, y otros muy banales, que nos explican, por ejemplo, truquitos para cultivar un buen huerto y cosas así.

Me gusta el ejemplo de Olive porque a veces me topo con gente que, con apenas 60 años, dice que "ya está muy mayor para empezar con internet". Qué tontería. Nunca es tarde si uno pone empeño en la tarea, y además, todos los neurólogos insisten en que para no hacerse viejo hay que ejercitar la mente cada día. Déjense, abuelos, de operaciones triunfo televisivas y programas del corazón, cómprense un ordenador y explíquennos sus cosas. Si lo hacen bien, hasta podrían redondear su pensión con el invento, y tengan por seguro que, ahí fuera, en el mundo exterior, a alguien le interesarán sus historias.