Tinta Mintenig

Todos los días un loco, por lo menos

robert-1 "Ese hombre está loco", dicen que decía uno de los centenares de espectadores que vieron, ayer, cómo Alain Robert escalaba sin problemas la sede del rotativo The New York Times, de 52 pisos, en Nueva York.
Yo quiero poder asomarme a la vida de locos como él, el llamado "hombre araña" o "Spiderman", al menos una vez cada día. Alain Robert está loco porque su vida consiste en desafiarse a sí mismo escalando las mayores paredes verticales del mundo con la sola ayuda de sus manos y sus pies, a vida o muerte. Lo hace por dos motivos: para asegurarse que domina su mente, el pánico a morir y demostrarse que su autocontrol es absoluto, y para sacudir las conciencias de los que habitamos este mundo sobre problemas que nos afectan a todos. En los dos aspectos, Robert es buenísimo. A ver quién es el guapo que se pone a escalar rascacielos, jugándose la vida, si no es el mejor escalador del mundo. Sólo hace 14 años que Robert escala edificios a lo largo y ancho del planeta, pero antes había obtenido los máximos galardones internacionales como escalador en solitario, incluído el del Comité Olímpico Internacional.

Alain Robert decidió pasar del monte a la ciudad para poder vivir de su profesión, y porque vio la oportunidad de, así, convertirse en estrella mediática y llamar la atención sobre cuestiones éticas del mundo moderno. Ayer, a media escalada, desplegó una pancarta sobre los peligros del calentamiento global. En otras ocasiones ha recaudado dinero para los sin techo, ha protestado contra la guerra de Irak, ha acarreado fotos de Che Guevara, el Abbé Pierre, el Dalai Dama, Jerónimo...sus acciones tienen repercusión en casi todos los medios del planeta, y eso, hoy en día, es dificilísimo de conseguir. robert-2.jpgEs tan famoso que hasta organizaciones de causas justas le contratan para recaudar fondos. Para darse cuenta de la influencia que tiene, basta con decir que, horas después de su hazaña de ayer, otro loco, esta vez neoyorquino, decidió escalar también el mismo edificio para llamar la atención sobre la malaria. Los intrépidos periodistas de The New York Times no daban crédito a sus ojos.

Este loco "hombre araña" se la juega de verdad. Como consecuencia de una gravísima caída en 1982, sufre vértigo crónico (lesión en el oído interno) y una discapacidad reconocida por la seguridad francesa del 66%.
Y lo mejor de todo son sus patrocinadores: dos firmas de tratamientos capilares, un casino virtual y el mayor grupo de empresas de investigación y comercialización de tecnología de Oriente Próximo, que trabaja con empresas como IBM o el Swiss Centre for Electronics and Microtechnology.

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