Bocacalle

En memoria del profesor interino Abel Martínez

Hace una semana, las portadas de los periódicos dieron la máxima atención a un hecho en verdad llamativo y grave ocurrido en un instituto de Barcelona. Un alumno mató con una ballesta a un profesor del centro que acudió en ayuda de una compañera, previamente agredida por el adolescente. Advertimos, en los días siguientes, que los medios de información dedicaron suma atención al alumno y muy poca a la víctima. Se trataba de un profesor interino que llevaba diez días en el centro y que, además de perder la vida mientras ejercía su trabajo, tuvo el arrojo de acudir a prestar auxilio a la profesora herida. Acudieron al funeral en memoria de Abel Martínez representantes del gobierno de la Generalitat de Cataluña, sin que al señor ministro de Educación, Cultura y Deporte se le ocurriera reparar en que una víctima mortal como el profesor de Historia del instituto Joan Fuster de Barcelona, debería merecer al menos la misma atención por parte del titular de ese departamento que un militar fallecido en una misión llevada a cabo fuera de España por parte del ministro de Defensa. Ante un hecho tan grave e insólito en nuestro país, algunos echamos de menos la presencia de don Ignacio Wert y pensamos que su indiferencia denota una falta de sensibilidad alarmante, en proporción acaso con el desaguisado que se está cometiendo con la enseñanza en nuestro país. Abel Martínez constará en la historia de nuestros días como el primer profesor asesinado en un aula, pero al señor ministro no se le ocurrió caer en el detalle para estar donde debía.

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