Bocacalle

La visita del Papa y Rouco de cruzada

Por Castilla y León al menos, comunidad gobernada por el PP, se ha extendido una intensa y amplia campaña publicitaria a favor de la enseñanza concertada, resaltando que se trata de colegios católicos. Aprendiendo a ser, dice el eslogan que promociona esa creencia. Tal propaganda, al más puro, rancio y duro estilo nacional-católico, la pagamos y soportamos todos.

El próximo mes de agosto visitará Madrid el Padre Benedicto, que celebrará la llamada Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) gracias al concurso del vigente Gobierno del PSOE, que aportará junto a otras instituciones estatales la mitad de los 50 millones de euros que costará la organización de la estancia , marcada exclusivamente por su carácter privado, pues se trata de la visita de un líder religioso cuyo objeto fundamental es hacer propaganda de su fe.

El Gobierno que nos representa a todos, elegido por un alto porcentaje de votantes que rechaza el mantenimiento de los privilegios que el Estado sigue dispensando a la religión católica, ha considerado la JMJ evento de interés especial, por lo que iguala su trascendencia con la de los Juegos Olímpicos.

Leí en su día que esta generosa colaboración del ejecutivo socialista con la iglesia apostólica y romana, equivalente a la que podría dedicar un gobierno más a la derecha que el actual, iba a tener como contrapartida que el ríspido Rouco iba a ser bueno, manteniendo bajo su otrora habitual y muy activo perfil de críticas a la administración de ZP, caracterizado por la exhibición de obispos pancarteros.

Se conoce que por entonces todavía no estaba asegurada la provisión de fondos, porque ahora que sí lo está gracias a la colaboración de todos -entre ellos los casi cinco millones de desempleados-, el cardenal y sus obispos hacen campaña en pro del voto a quien se oponga al matrimonio homosexual, al aborto y a la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

No contento con eso, y coherente con la campaña de propaganda nacional-católica a la que he aludido (aprendiendo a ser), se ha servido Rouco del historial en que se inspira. El cardenal ha puesto como ejemplo de la mocedad que se reúna en Madrid con el pontífice, en la JMJ, el caso de Ismael Molinero, el beatífico y joven soldado reclutado por el ejército republicano en 1936 y que hubo de soportar los ataques contra su religión que se respiraban en el lado que le tocó combatir. Apresado por el bando nacional, no reveló durante su cautiverio su condición de católico para no tener ventajas sobre sus compañeros y sufrir así en silencio por Dios y por España.

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