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Salamanca: honores a Franco y al cabo que lo quiso matar

Por cuarta vez, el Grupo Municipal Socialista de Salamanca presentó una moción en el Ayuntamiento de la ciudad para que el alcalde del Partido Popular retire las distinciones honoríficas que conserva  Francisco Franco  en la capital del Tormes. Por cuarta vez, el primer edil, Julián Lanzarote, rechazó el pasado jueves esa propuesta sin siquiera debatirla en el pleno. Franco sigue siendo alcalde de honor de Salamanca, distinguido además con la medalla de oro de la ciudad, al contrario de lo que viene ocurriendo en los últimos meses en otros municipios de España -incluidos aquellos gobernados por el PP-, tras la aprobación hace más de dos años de la ley de Memoria Histórica.

Según esa normativa, por la que deben adoptarse las medidas necesarias para eliminar las referencias de exaltación a la figura del dictador, la propuesta del PSOE también incluye el traslado al Museo de Historia de Salamanca de la efigie de Franco, tallada en piedra en uno de los medallones del llamado Pabellón Real de la Plaza Mayor. Aparte de que contraviene la vigente legislación, los socialistas salmantinos consideran y reiteran que esas distinciones son lesivas para la imagen pública de la ciudad, pues una corporación democrática no puede aceptar que el responsable de miles de asesinatos políticos ilegítimos siga siendo distinguido con los mencionados honores.

Es de recordar, aprovechando esta cuarta reclamación de los munícipes socialistas (las anteriores fueron en 2007, 2008 y 2009), que según un escrito presentado hace más de un año por el Partido Comunista en la Delegación del Gobierno, existen hasta 24 símbolos públicos que ensalzan el franquismo en Salamanca. Dado que su ubicación atañe no sólo al Ayuntamiento sino a la administración central del Estado, a la Diputación Provincial, al Obispado y hasta a la misma Universidad de Salamanca -que rechazó pero no retiró hace poco el título de doctor honoris causa a Francisco Franco-, compete a las aludidas instituciones la responsabilidad de que se aplique por fin la Ley de Memoria Histórica.

Paradójicamente, mientras Franco sigue siendo alcalde de honor de Salamanca y conserva su medallón en la Plaza Mayor, en el vecino pueblo de Monleras se erigió hace un par de años un pequeño monolito en memoria de José Rico, el cabo republicano vecino de ese pueblo que fue fusilado en Ceuta en 1937 por haber proyectado atentar contra la vida del dictador durante su visita a esa ciudad el 19 de julio de 1936, según investigó el historiador ceutí Francisco Salazar Montoya.

Glosada queda tamaña contradicción, cuya entidad, parafraseando el eslogan del jamón de Guijuelo -con denominación  de origen también en la vistosa dehesa salmantina-, es sin ninguna duda única en el mundo.

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