Bocacalle

Los archivos del 23-F y Alfonso Guerra

La revista Der Spiegel es una publicación seria, con una tirada media de más de un millón de ejemplares, caracterizada por la profundidad de sus análisis y un estilo académico muy distintivo. También, por haber investigado con éxito la corrupción política, hasta el punto de ser considerado un semanario defensor de la democracia.

No ha sido, por lo tanto, un medio cualquiera el que ha revelado las conversaciones de Juan Carlos I con el embajador alemán en España en 1981, Lothar Lahn, a propósito del intento de golpe de Estado del 23-F. En esa charla, el rey de España expresó su comprensión y hasta su simpatía por los golpistas -según el despacho diplomático recientemente desclasificado por el Gobierno de aquel país-, e incluso confesó a Lahn su intención de mediar ante la justicia a favor de quienes habían querido repetir la ejecutoria de su predecesor en tan expeditivo método, Francisco Franco.

La plática entre Juan Carlos I y el embajador alemán se celebró un mes después de que el intento golpista tuviera lugar. Esto significa que no se dio al calor de una ocurrencia improvisada, sino con todo el poso reflexivo de las semanas transcurridas desde que se solventó aquella desgraciada coyuntura, y con la agravante además de creerse investido el monarca de un poder absoluto, capaz de influir en la sentencia que decretasen los tribunales.

¿No es ahora ya, como ayer propuso Izquierda Unida en el Congreso, de que sean desclasificados todos los archivos, documentos y grabaciones que el Estado mantiene en secreto con relación al más bochornoso episodio vivido en este país desde 1975 y que tan a punto estuvo de retrotraernos al pasado dictatorial? Solo cuando se dé libre acceso a los investigadores para tener conocimiento de todo lo que se desconoce, se podrá contrastar lo que ahora ha revelado la revista alemana.

Mientras eso no ocurra, la información de Der Spiegel será digna, por lo menos, de promover iniciativas como la de Izquierda Unida, ante las que el PSOE ha guardado un significativo silencio, no compartido por el memorioso Alfonso Guerra, que vivió aquello tan de cerca y no debe de estar muy satisfecho con lo que de aquello se sabe.

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