Bocacalle

Homenaje a Petra Cuevas

Cada vez con más razones -porque las regresiones sociales de nuestro presente no dejan de incrementarlas-, trayectorias y nombres como el de Petra Cuevas Rodríguez, secretaria general del Sindicato de la Aguja durante la II República, son más dignos de recordación y reconocimiento en nuestros días.

Petra llegó a Madrid con diez años, procedente de Orgaz (Toledo), y se puso a trabajar como bordadora en un taller que había en la Gran Vía,  proveedor de la Real Casa y  donde se vestía la aristocracia madrileña. Las dueñas, de nacionalidad italiana, simpatizaban con Mussolini y empezaron a llamar a su joven trabajadora la bochevique porque ya se le atisbaban sus inquietudes sociales. La dictadura franquista condenó a Petra a doce años de cárcel.

Mañana, en el Auditorio Marcelino Camacho de Comisiones Obreras, se le rendirá un tardío homenaje a esta anciana luchadora de 103 años a la que tuve el gusto de conocer hace tiempo, cuando desarrollaba actividades culturales en el barrio de Tetuán y asistió a unas jornadas feministas que se celebraron en el Centro Cultura de la Villa, en las que también pude conocer a la escritora Teresa León. Era entonces Petra una mujer muy vital, de natural modestia y simpatía.

Gracias al libro de Pedro Montoliú (Madrid en la guerra civil. Los protagonistas), pude recordar lo que  Petra Cuevas me dijo entonces: que el día 28 de marzo de 1939, con la entrada en Madrid del ejército franquista, tiró la llave del local de su sindicato a una alcantarilla, porque no estaba dispuesta a entregarla a los vencedores, y se puso a llorar. Ahora tampoco es tiempo de entregar esa llave a nadie que pretenda asaltar los derechos sociales y laborales por los que Petra es digna de memoria. No hay mejor homenaje a su persona que este.

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