Bocacalle

Así socava el Gobierno la memoria de Valdenoceda

Hace siete años se constituyó en Valdenoceda una asociación con objeto de exhumar, identificar y dar digna sepultura a los presos fallecidos del que se considera uno de los más crueles y lúgubres penales del régimen franquista, enterrados en un solar por entonces aledaño al cementerio parroquial de la localidad burgalesa. A tal fin se solicitaron del Gobierno, posteriormente, tres subvenciones. Gracias a las dos primeras, pudieron ser exhumados los restos de 112 reclusos, de los que 21 ya han sido identificados.

Dado que son 151 al menos las fosas que se calcula existen en ese lugar y que, desde 1989, se verificaron nuevos enterramientos sobre los de los presos republicanos, se solicitó una tercera ayuda de 58.200 euros para nuevos trabajos de exhumación. En palabras de la asociación, se trataba de una labor muy delicada, pues se debía convencer a los familiares de las personas enterradas hace pocos años para que colaborasen en levantar las tumbas de sus seres queridos, aunque se les asegurase el compromiso de que serían pronta y diligentemente restauradas.

La labor de convencimiento se prolongó algunos meses, por lo que se superó el plazo otorgado por el Gobierno para la exhumación, de modo que este inició un expediente para la devolución de la suma concedida, con la inclusión en el último escrito -recibido por la asociación la semana pasada- de los correspondientes intereses de demora, que ascienden a casi cuatro mil euros. La asociación presentó las correspondientes alegaciones, pero todas ellas fueron rechazadas.

Una reclamación de ese carácter y en estos tiempos, cuando se destinan miles de millones de euros en ayudas a la banca y los exdirectivos de las entidades financieras se llevan a su peculio cuantiosas sumas en indemnizaciones y jubilaciones, debería abochornar cuanto menos a los responsables.

Se trata de enterrar con dignidad a un centenar y medio de víctimas de la dictadura, cuyas muertes por hambre, frío, violencia y enfermedades varias dan constancia de las atroces penalidades sufridas por los internos en esa cárcel. Según Fernando Cardero Azofra y Fernando Cardero Elso, autores del libro El penal de Valdenoceda, fallecieron en el mismo 154 reclusos entre 1938 y 1945, año de su clausura. De sus nombres y señas de identidad, así como de la personalidad de muchos de los presos, se da puntual memoria en ese libro, con unos versos muy elocuentes de lo que el antiguo edificio de la fábrica de la seda representó en la historia de la represión franquista, según versión sucinta y rotunda de uno de los propios internos:

En trágicos cinco años

pasaste, Valdenoceda,
por alevosía y saña
de ser, en la piel de España,
desde fábrica de sedas
a un final innoble, cierto:
fuiste fábrica de muertos...

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