El desconcierto

La Ibextidura de Sánchez

No estamos ante la investidura de Sánchez, tras el acuerdo PSOE-C's, sino ante la ibextidura de Sánchez. Ibextidura por el decisivo papel que ha jugado el IBEX en la configuración de este pacto contra natura como eje de la actual coyuntura política. Lo rubricado ayer no es más que un primer paso —Ferraz precisa que no tiene fecha de caducidad— de una tentativa política tendente a recuperar la hegemonía política para la derecha, puesta en cuestión por los más de once millones de electores que votaron cambio y progreso. No es casual que sea el partido del IBEX, Ciudadanos, el eje de esta operación que comenzó cuando el PP, Ciudadanos y el PSOE pactaron entregar la Mesa del Congreso a la derecha a cambio de un sillón florero para Patxi López.

Ciudadanos fue, en las elecciones, la gran apuesta fallida del IBEX para frenar a Podemos. Rivera no consiguió convertirse en  el flautista de Hamelin para embaucar a los jóvenes tentados por Iglesias. Fracasó contra Podemos, a la vez que facilitó la división del PP, impidiendo así una mayor victoria de Rajoy. En compensación por este fiasco, le toca ahora impedir que Pedro Sánchez presida un gobierno progresista, aprovechando las dificultades que el líder socialista sufre en su propia retaguardia. Su objetivo es ambicioso. Coordinar a toda la derecha, junto con el PSOE, en una maniobra política que se intensificará tras la inmediata investidura fallida de Sánchez, la cual no podrá ir más allá de unos mítines televisados. De momento el éxito le acompaña, aunque aún quedan dos meses largos para ver quien se lleva el gato de Ferraz al agua. Si el PP-C's o todas las formaciones progresistas españolas.

Asombra que el PSOE, que dobla en diputados a Ciudadanos, haya tragado con el programa de Luis Garicano. Según se desprende de la lectura del texto, que no de las palabras de Sánchez, se mantiene la Ley Wert, continúa la Ley Mordaza, llamada de Seguridad Ciudadana, no cambia la Lomce, sigue el copago; no se deroga el 135 de la Constitución, se anuncia nada menos que una tercera reforma laboral, se abarata el despido y se mantiene prácticamente el salario mínimo, mientras se regala a los empresarios un complemento salarial. Pensionistas y parados no merecen atención alguna. Además, no se contempla ninguna reforma fiscal que permita un menor endeudamiento, ni una política de crecimiento alguno que ponga fin al angustioso austericidio. Es la estupidez económica, parafraseando al Nobel Krugman, hecha programa.

Salvo la derecha pura y dura, no hay quien se sume a este plan. El pacto PSOE-PP, suscrito ayer, necesita para consolidarse el apoyo activo o pasivo de Rajoy. Por esta razón, está redactado para que el PP, con o sin su actual presidente, se sume finalmente en abril a la investidura de Pedro Sánchez o de quien le sustituya. Estamos pues ante un largo período, hasta la Semana Santa, en que todo el abanico de la derecha coincide en apostar de nuevo por la gran coalición. En definitiva, lo que se persigue es que, o bien con la abstención del PP o del PSOE, como ya pidió Felipe González en su momento, o bien con la operación Monti, —un independiente al frente de la gran coalición— el IBEX intentará imponer su hegemonía y reconducir el proceso electoral.

Cada vez que en su agitada historia el PSOE ha puesto el intermitente a la izquierda mientras giraba a la derecha, ha tropezado con su electorado. Su infundio sobre la pinza entre Podemos y el PP se desmiente con la negativa de IU, Compromis. Es evidente que, si Zapatero no hubiera hincado la rodilla tras el ultimátum de Merkel y hubiese defendido la soberanía nacional y popular, es más que probable que el PSOE sería hoy la primera fuerza política y Podemos seguramente no existiría. Sánchez debería sacar las lecciones pertinentes y, tras no ser investido, retomar las negociaciones con el resto de las fuerzas progresistas que son las únicas que le pueden convertir en presidente de Gobierno. Tanto Garzón como Oltra e Iglesias necesitan de Sánchez para llegar a la Moncloa, y solo de su coraje depende que su investidura no se convierta en la ibextidura del IBEX.

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