El desconcierto

¿ Más o menos presos políticos ?

Rajoy vuelve a voltear la maza -el arma que esgrimían los villanos en la Edad Media- sobre el Tribunal Supremo,  donde están citados a declarar este próximo jueves Carmen Forcadell y los restantes cinco miembros de la Mesa de la Cámara del parlamento catalán. El Fiscal General Maza, dependiente del presidente del Gobierno que lo nombró, volverá hoy a pedir el ingreso en prisión como pidió el encarcelamiento de casi la mitad del Govern, junto con su vicepresidente Oriol Junqueras, hará justo una semana pasado mañana. Ayer ante la Audiencia Nacional, mañana ante el Tribunal Supremo. Salvo que los citados se arrepientan acatando el 155, el mazazo puede conducirlos de una tacada a la cárcel, si el criterio del magistrado Pablo Llerena  coincide con el de la fiscalía, tal como coincidió el de la magistrada Carmen Lamela.

La única duda, con independencia del debate jurídico bizantino sobre los delitos o los tribunales, al que tan aficionados son los leguleyos, es si Rajoy rectifica a la vista de las evidentes consecuencias políticas y sociales de los dos anteriores mazazos sobre las cabezas de los Jordis y de los ocho consellers encarcelados. Paso atrás o paso adelante en el 155. Rectificación o reafirmación del 155.  Le toca elegir entre aumentar el número de presos políticos catalanes, de 11 a 17, o de congelarlos en 11 como primera medida para que todos salgan, asumiendo el Tribunal Supremo el sumario de la Audiencia Nacional, si el magistrado Llerena corrige a la magistrada Lamela. Lo que nos remite a la pregunta ¿cuál de las dos opciones es más eficaz a la hora de reprimir la amplia protesta social existente hoy en Cataluña ?

La sociedad catalana, desde el pasado jueves 2 de noviembre, protagoniza una extensa e intensa movilización contra la maza del villano Rajoy. La secuencia represiva, dos presos en octubre, nueve en noviembre y otros seis en capilla en las vísperas de este próximo jueves, a la que se suma la libertad provisional sin fianza de  CarlesPuigdemont en Bruselas, envenena el clima político en toda la comunidad ya de por sí bastante alterado. Presión social desde la calle a la que, probablemente, habría que añadir la que se efectúa discretamente desde los despachos de la Unión Europea. Algunas declaraciones, actitudes y calificativos sobre Rajoy– un franquista autoritario, según un destacado dirigente socialista belga– no sólo responden a la muy peculiar situación política de Bélgica, también a la preocupación de Berlín.

Es bastante probable que este telón de fondo, el abierto rechazo a la maza de Rajoy, es el que explica la perplejidad de los que se mueven en el entramado político, jurídico y mediático que coordina la aplicación del 155. Desconcierto que se expresa muy bien mediante las contrapuestas interpretaciones jurídicas, que proporcionen la indispensable cobertura judicial a la decisión política final que adopte el cuartel general coordinador de la intervención en Cataluña. Esto sucede cuando se subestima la capacidad de respuesta de la sociedad catalana y se actúa sin miramientos, volteando  la maza judicial a su antojo, sin tener en cuenta la mirada vigilante de la Unión Europea. Como consecuencia, la estrategia de la virreina de la Cataluña intervenida aparece ya como un completo fracaso.

¿Qué hacer ? Tanto la extrema derecha de Albert Rivera, como la derecha de Mariano Rajoy o el socialismo dinástico de Pedro Sánchez, ajeno a la tradición socialista republicana, se ven obligados hoy a una improvisación nada fácil dado los intereses electorales encontrados que representan. Lo tienen muy difícil. Dar marcha atrás, aflojar la cuerda de presos, es bastante complicado y avanzar hacia delante, incrementar la represión, también lo es.  Al fin y al cabo, decidan lo que decidan, siempre lo pueden argumentar con alguna cita de Montesquieu sobre la separación de poderes. El Fiscal General del Estado sería siempre, si no lo es ya, el  chivo expiatorio cuando, donde y cuantas veces haga falta.

El problema es que están insertos en una dinámica represiva, lo quieran o no, en tanto sigan negándose a reconocer los derechos inherentes a las nacionalidades que configuran el Estado español. Podrán multiplicar o restar los presos políticos, sería bueno que los redujeran a cero, pero sin una firme política democrática en Cataluña la maza de Rajoy continuará con sus mazazos represivos en la sociedad catalana, a la vez que los extenderá muy  pronto sobre otros territorios. Mucha atención a Euskadi, donde el último sábado alrededor de unos 44.000 vascos se manifestaron en Bilbao en solidaridad con los encarcelados. Sin un referéndum pactado, no hay más vía que la represión. Lo acaba de recordar uno de los dos socios de Rajoy, el señor Sánchez,, al señalar que los problemas políticos nunca pueden ser solucionados penalmente.

 

 

 

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