El desconcierto

Rubalcaba, la "mejor muñeca" del 155

No todos los puentes políticos están  rotos  entre Mariano Rajoy y Carles Puigdemont. A diez días de la próxima sesión de investidura del presidente de la Generalitat, se han encontrado, en el Hotel Santo Mauro de Madrid, la eminencia gris del PSOE, Pérez Rubalcaba, con la líder del PDeCAT, Marta Pascal, recién llegada de Bruselas. La reunión, por supuesto, ha sido casual pese a su larga duración, hora y media. Nada ha trascendido de lo hablado,  aunque sí se sabe que trataron de Cataluña, salvo que la "mejor muñeca" del socialismo español aconsejó a la dirigente soberanista que se pusiera en contacto con la Moncloa. Algo ocurre, sin embargo, puesto que hasta ahora las labores de fontanero las cumplía José Enrique Serrano, el llamado príncipe de las tinieblas, bautizado así por sus propios colegas socialistas,

Como en las mejores novelas de Le Carré, el PSOE dice no saber nada del encuentro y parece evidente que si esta gestión desembocase en un sonoro fracaso se desmarcaría de la cita. Ferraz no puede, en un momento en que  Pedro Sánchez se disfraza de opositor, aparecer públicamente respaldando a quien actúa como tenue hilo de comunicación entre los que aplican el 155 y los que lo padecen. La actividad de  Alfredo Pérez Rubalcaba, claramente gubernamental, no puede encajar con la actividad de un grupo de la oposición, tal como se postula el socialismo. Así, el secretario general se cura bastante en salud al manifestar su ignorancia sobre estas citas que mantiene el señor Pérez Rubalcaba; pero, sintomáticamente, se niega a pronunciarse al respecto. Como si la ignorancia pudiese ser alguna excusa para no cumplir con su deber de exigir a ambos  presidentes, Rajoy y Puigdemont, la máxima trasparencia política

Simultaneamente a esta cita del Santo Mauro, el ministro de Interior comparecía ayer en sede parlamentaria, requerido por el PSOE, para informar sobre la salvaje carga policial del 1 de octubre en Barcelona. Requerimiento, no lo olvidemos, que sustituye la anterior demanda socialista de reprobación de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de SantaMaría, calificada como comandante en jefe de aquella brutalidad ordenada por los responsables políticos del PP  a los mandos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Lo cual es coherente con la gestión, presentada como privada, de Pérez Rubalcaba. Efectivamente, ¿cómo reprobar a la mano derecha de quien como Rajoy te envía de recadero a la mano derecha de Puigdemont?

Pocas horas antes, en la votación sobre la composición de la Mesa del Parlamento de Cataluña, los soberanistas derrotaban al candidato de Ciudadanos apoyado por el socialista Iceta. Con este resultado el bloque del 155 perdía toda posibilidad de intentar cortocircuitar la candidatura de Carles Puigdemont para la presidencia de la Generalitat a la vez que de normalizar el conflicto de Cataluña con España ,reconduciéndolo por cauces menos tensos. No quedaba, pues, más que buscar algún intermediario con ese auténtico rompecabezas de la Moncloa que es el presidente de la Generalitat. Como en Ciudadanos no hay nadie, ni nadie quiere, y en el PP es imposible recurrir a nadie por ser gobierno, no queda más mediador que la "mejor muñeca" del 155, Alfredo Pérez Rubalcaba.

No es la primera vez, ni será la última, que Pérez Rubalcaba sirve de intermediario entre el PP y los soberanistas catalanes. La última tuvo como marco los días previos a la proclamación simbólica de la independencia de Cataluña el pasado 27 de octubre. Junto a otras intervenciones, tendentes a que Puigdemont convocara elecciones autonómicas, figuró también la reunión de la "mejor muñeca" del 155 con el consejero catalán Santi Vila, en el domicilio de una conocida periodista madrileña. Por no hablar del peinado al que sometió al Estatut de 2005, durante la primavera del 2006, que, sin embargo, de nada sirvió porque el magistrado Mario Rodríguez Aragón, nombrado por el PSOE en el Tribunal Constitucional, votó favorablemente el recurso presentado por el mismo Rajoy.

No parece probable que el exquisito juego de muñeca de Pérez Rubalcaba pueda recoser el hilo de la comunicación entre Madrid y Bruselas. No funcionó en el pasado octubre, ni tampoco hace una docena de años con el Estatut. Y es que los tiempos del "muñequeo" se han desvanecido; el anunciado choque de trenes entre la Mesa del Parlamento de Cataluña y el Gobierno central está servido, con o sin Puigdemont en el Palau de San Jaume. Llegado a este punto donde se ha llegado, que no tenía por qué haberse producido, imposible el cambio de vías. El problema de Rubalcaba es que ha perdido su capacidad muñequera desde el mismo momento en que Rajoy se las ató con las esposas del 155.  Finalmente, no es más que un mero recadero de cara a la galería de la Unión Europea, sin más mensaje que el de la sumisión de los soberanistas, que es lo que Rajoy necesita  para continuar en la Moncloa.

 

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