El desconcierto

¿Por qué Rivera es la alternativa a Rajoy?

Es un hecho inédito en la historia reciente de España. Una derecha en la oposición, según todos los sondeos, es alternativa a otra derecha en el gobierno. Por vez primera desde la lejana transición el turno de partidos en la Moncloa cambia de pareja. Ya no se enfrentan el PP y el PSOE, sino el PP y Ciudadanos. Rajoy pierde votos, ya se verá si los suficientes para dejar de gobernar, sin que Pedro Sánchez salga del estancamiento. Ya no funcionan los vasos comunicantes en el seno del bipartidismo, que ha ocupado durante más de cuatro décadas el poder político. Ahora, casi todos los electores que huyen de Rajoy llaman a la puerta de Rivera. Ciudadanos se ha convertido ya en una alternativa cuestionando al mismo tiempo al PP y al PSOE.

Sin la previa renuncia del PSOE a configurar una alternativa no sería así. Si los socialistas son ya la tercera fuerza política se debe, fundamentalmente, tanto a que no quieren ir de la mano de Podemos, como a que no saben o pueden competir con Ciudadanos. Ni quisieron ser fieles al compromiso con el que Sánchez venció en las primarias, ni saben, ni pueden, reconvertir hoy el PSOE en el Partido Demócrata estadounidense, por el que viene clamando desde hace tiempo sotto voce Felipe González. Instalado en esa tierra de nadie, entre la derecha y la izquierda, solo pueden aspirar a ser un comodín para que gobierne una u otra derecha o ambas. No les queda otra opción, si se niega a competir con Rivera e Iglesias.

El harakiri del 155 al que se entregaron con delectación, rechazando la España plural, lo paga el PSOE con creces. No hay más que ver con que brío cabalga hoy Rivera el caballo blanco de Santiago para saber quien rentabiliza el nacionalismo españolista. Lo tiene bastante fácil Ciudadanos. PP y PSOE han gobernado con Pujol, han impedido su procesamiento, compartido el 3% y hasta hablado el catalán en la intimidad. Pese a que hoy se suman con fruición a la aplicación del Estado Penal al soberanismo catalán, su desventaja en relación con Ciudadanos es enorme. No solo en Barcelona. Por la misma razón que PP y PSOE van muy por detrás de Cs en Cataluña, el PSOE va también por detrás de Ciudadanos en España.

Solo faltaba la Gürtel, los Eres y Caixa Cataluña para que Rivera lleve de cola el viento electoral. El trío de los encartados– Bárcenas, Chaves y Serra (Narcís)– ahorra cualquier tipo de comentario sobre la fraternidad corrupta del PP y el PSOE. Si a ello se añade la querella contra cuatro ministros del PSOE y uno del PP por el escándalo del proyecto Castor, del que se ha beneficiado Florentino Pérez con una indemnización de 1350 millones de euros pese a que ha sido anulada por el Tribunal Constitucional, se multiplica ahora el tirón electoral de Ciudadanos. Esa Escopeta Nacional que es hoy el palco del Bernabeu, donde se mezclan los políticos del PPSOE con delincuentes de cuello blanco, impide que el PSOE pueda sacar partido de la corrupción del PP.

No cabe, para rizar el rizo de Rivera, ningún cambio económico sin cortar o desatar el nudo merkeliano del 135. Más allá de la demagogia que estos días se desparrama sin ni una alternativa progresista, PP, PSOE y Ciudadanos nunca podrán ir más allá, en materia de orden económicosocial, de lo que dictamine Berlín. Nadie mejor, pues, que un partido de derechas limpio de polvo y paja corrupta, como es el caso de Ciudadanos, para  poder aplicar bien los nuevos recortes sociales posteriores al recuento de las  próximas urnas legislativas. La elección política entre el programa original de la derecha, corrupta (PP) o  no corrupta (CS), y la copia de ese mismo texto por el PSOE se refleja en las encuestas.

Rivera aparece hoy como el cambio. Es la cara amable, juvenil y limpia de la misma política neoliberal del hosco, viejo y desaliñado rostro de Rajoy. Mientras PP y PSOE huelen a naftalina y bolas de alcanfor, Cs es puro Chanel número 5. Si hace cinco años Iglesias aparecía como la esperanza de un futuro progresista, ahora Rivera aparece como la esperanza de un futuro retroceso tanto en lo social como en lo territorial. Así va cerrándose un ciclo, todo un quinquenio, en el que la perspectiva de un Podemos de izquierda ha sido ya reemplazada por la perspectiva de este Podemos de derechas, que en 2015 pedía a gritos el banquero del Sabadell, Josep Oliu. Con o sin M. Rajoy– no le va a ser nada fácil a Ciudadanos superar al PP como lo ha sido sorpassar al PSOE– ese es el probable horizonte.

 

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