El desconcierto

Sánchez y la Quinta Columna del PSOE

Votaron la investidura de Rajoy. Defenestraron a Sánchez con un golpe de estado en el PSOE. Malvivieron con la mayoría progresista que votó la moción de censura que sacó de la Moncloa a la corrupción encarnada en el Partido Popular. Estuvieron a minuto y medio de sublevarse contra el secretario general socialista, justo antes del fracaso de la manifestación de las tres derechas en la plaza de Colón. Conspiran, ahora, para lograr después del 28 de abril un gobierno de coalición con Ciudadanos, e impedir otro que defienda los intereses de los sectores sociales mayoritarios. Y protestan hoy porque su propio partido, el socialista, va a contar con un grupo parlamentario propio, por fin, que defienda los intereses sociales mayoritarios. Son la Quinta Columna del PSOE.

La paciencia y generosidad de Sánchez con quienes le traicionaron en octubre de 2017 es proverbial. Pese a que sus más íntimos amigos imitaron a Judas Iscariote, en la noche que lo tiraron por la ventana de Ferraz, no ha caído en la lógica venganza, ni siquiera los ha dejado tirados en el desempleo. Pero, sería tomarle por estúpido pensar que, a la hora de confeccionar las listas electorales, les va a incluir en ellas. La pretensión de los Pradas, Carmona, Urquizu y tutti quanti por entrar en el listado es un contrasentido, aunque, visto desde su óptica, no lo es tanto, ya que necesitan ser diputados para poder llevar a cabo sus objetivos. No les basta, claro está, ser senadores, cuando ni siquiera deberían serlo.

Si la lealtad del grupo parlamentario a todo Gobierno socialista es siempre fundamental, mucho más lo debería ser tras el 28 de abril. La complejidad del escenario posterior a las urnas se traducirá en un sinfín de intrigas, públicas o privadas, tendentes a hurtar el previsible triunfo de la mayoría progresista. Sánchez lo tendría muy difícil, si como ha ocurrido, desde junio de 2018 a marzo de 2019, solo pudiera contar apenas con la obediencia de una veintena de diputados. Luego, es condition sine qua non la muy urgente renovación de la mitad de los parlamentarios socialistas y, muy especialmente, de algunos concretos diputados andaluces, peones de brega activos de una Susana Díaz que acaba de gobernar con Ciudadanos en Sevilla.

¿Qué sería hoy del PSOE si en aquel otoño de 2017 estos diputados hubiesen logrado acabar con Pedro Sánchez? ¿Hubieran votado la moción de censura contra Rajoy? Si el Partido Socialista vuelve ahora a ser la columna vertebral de la democracia, si el socialismo vuelve a la hegemonía anterior al declive iniciado bajo Rubalcaba, no se debe precisamente a esta Quinta Columna, que hoy denuncia con bastante apoyo mediático una purga en el socialismo. Es toda una ironía de la historia que los mismos que perpetraron un golpe de estado en el PSOE se presenten como purgados; tanta como que los que acaban de ser derrotados en Andalucía conspiren ahora contra quienes van a derrotar a las tres derechas.

Acostumbrados a poner la intermitencia a la izquierda para girar a la derecha, se revuelven contra Sánchez que intenta adecuar el giro al intermitente. No le será nada fácil girar a la izquierda, pero sería imposible con la Quinta Columna en el interior del grupo parlamentario socialista. El PSOE recupera el peso electoral tras el viraje de Sánchez a la izquierda. Situado desde, por y para la izquierda, el socialismo tiene futuro político, por extraordinarias que sean las dificultades para elaborar una alternativa progresista en una realidad adversa como la de hoy. Justamente por ello, la Quinta Columna intenta continuar con los escaños suficientes para darle la vuelta al próximo gobierno de Sánchez.

La Quinta Columna lo tiene muy claro: tras el 28 de abril, gobierno con Ciudadanos. Siempre con la derecha, antes de ayer, con el Partido Popular, ahora, con Ciudadanos. De la gran coalición con Rajoy al Gran Centro con Rivera. Su primer objetivo, impedir hoy la renovación de la mayoría progresista de Sánchez. O, lo que es lo mismo, impedir que el PSOE gobierne para los intereses populares mayoritarios. Saben que lo que Pedro Sánchez va a ganar en la calle, con el apoyo electoral, puede perderlo en el parlamento, con el apoyo  diestro de Ciudadanos, si no cuenta con la lealtad del grupo parlamentario del PSOE. Esa batalla de las listas que libra el presidente del Gobierno condiciona la de mañana. Si no logra barrer a la Quinta Columna de la derecha en el seno del PSOE, no podrá aplicar una política progresista.

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