El desconcierto

El cambio de pareja de Sánchez

Con cinco adjetivos: lento, centralista, nacionalista, militarista, oligopolista e ineficiente, calificaba  Oriol Junqueras al  Estado. O sea, al gobierno de coalición de Sánchez, en un artículo publicado en La Vanguardia a mitad del pasado mes de abril. Esta drástica sentencia, que concluía diciendo que solo escuchaban al Ibex, a la Monarquía y al Ejército, ha sido ayer ejecutada por Gabriel Rufián al votar en contra de la prolongación del estado de alarma. Asombra una piel tan fina en quienes durante cuatro meses de negociación han impuesto hablar del derecho a decidir, no compartido por el presidente del Gobierno, y en cambio se desmelenan si solo se menciona a las provincias, un término que rechaza el soberanismo.

Menos mal que en el carnet de baile político, Sánchez tenía anotado el número de Inés Arrimadas y ha podido cambiar de pareja en el último momento. De lo contrario no solo estaría roto el pacto progresista que llevó al gobierno de coalición sino que, además, el presidente de Gobierno  y sus socios se habrían quedado sin mayoría parlamentaria. No es un teatro, ni mucho menos una mera votación puntual, como necesitan verlo quienes  hoy calculan las posibles consecuencias de este cambio. Por el momento, hay que apuntar que hoy la Moncloa ha podido superar este cerco de Pablo Casado con la fórmula que Sánchez defendió en febrero de 2016, el pacto con Rivera, hoy revestido con las faldas de Arrimadas.

Quizás sea el giro de 180º de Ciudadanos– por fin este partido se atiene a las orientaciones por las que fue enviado a la capital de España– el principal dato político de este debate en el Congreso de los Diputados. Nunca es tarde si la dicha es buena, el Partido Popular va a  escuchar otras voces que no sean la de Vox, y que le ayudarán a sosegarse. Cierto que la formación naranja ha perdido mucho tiempo, debido, sobre todo, a la ambición desaforada de Albert Rivera, una enfermedad muy común entre los políticos de su generación, pero del durísimo castigo electoral recibido en las urnas de noviembre  han sacado las lecciones pertinentes. De la vergonzosa foto del trío de Colón, ya solo quedan dos.

Aún es prematuro saber si las nuevas relaciones de Pedro con Inés terminan, como Dios manda, en un nuevo contrato político. Sánchez ve y espera, tras recoger el voto de arras de Ciudadanos, y Arrimadas no dice ni sí ni no. La pregunta es ¿será sustituida la mayoría rota por Oriol Junqueras por una nueva formada por Arrimadas, Sánchez e Iglesias? La disparidad entre el programa socialdemócrata y neoliberal ante la presencia del coronavirus deja de ser incompatible. Es de interés prioritario el acuerdo de reconstrucción, que tiene que elaborar la comisión del Congreso de los Diputados y que incorporaría los próximos Presupuestos. En este acuerdo se encuentra la principal coincidencia entre Sánchez con Arrimadas.

Sea como sea, el  hecho cierto es que el viraje de Ciudadanos refuerza a quienes en la Moncloa apuestan por los nuevos pactos y debilita a quienes lo ven con reparo, temor y preocupación. Probablemente, la languidez que arrastraban los pactos de la Moncloa 2020, desde que le fuera revelada la idea a Sánchez, será superada con un nuevo esfuerzo por parte de los dos grandes partidos y bloques sociales que encabezan. Arrimadas alentará tanto a Pedro Sánchez, en su puesta en marcha, como a Pablo Casado para que se incorpore a la negociación. No puede haber mejor noticia para todos los agentes sociales, sindicatos y empresarios que esta derivada indirecta de la sentencia de Oriol Junqueras.

Como muy bien señalan Nicolás Sartorius y Bruno Estrada, en Le Monde Diplomatique,  cuando las fuerzas políticas y sociales apuestan por un "patriotismo democrático" es posible llegar a amplios acuerdos. Esa posibilidad es hoy una urgente necesidad. ¿Cómo acudir al mercado de capitales sin un amplio consenso político basado en un programa elaborado entre la derecha y la izquierda? La reciente  sentencia del Tribunal Constitucional alemán , que deja al Banco Central Europeo sin apenas margen para  la compra de bonos, agrava nuestro dramático horizonte socioeconómico, tanto que podría llevarnos a la involución. En definitiva, serían los únicos que ganarían en el choque de trenes entre la derecha y la izquierda. Ante esas negras perspectivas, es un  alivio el cambio de pareja de Pedro Sánchez. Esperemos que no sea un ligue superficial.

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