El desconcierto

La 'auto reprobación' de Marlaska

De casta le viene al galgo. No debe extrañar, pues, que el ministro Marlaska haya actuado quitándose de enmedio como los dos ministros del Partido Popular, Cristobal Montoro y Juan Ignacio Wert, cuando  se debatieron sus respectivas reprobaciones, en lugar de comportarse  como los dos ministros  del Partido Socialista, José Luis Corcuera y Antonio Asunción,  al dimitir como ministros, precisamente de Interior.    Al ausentarse del hemiciclo, justo antes del debate parlamentario de su propuesta de reprobación, Marlaska se auto reprobaba . Ante la mirada de  Pedro Sánchez, que acababa de conseguir una nueva mayoría parlamentaria para su gobierno, el ministro de Interior daba un corte de mangas a los representantes de la soberanía popular.

El error Marlaska es el mayor de los errores de Sánchez a la hora de nombrar a su gabinete. No en vano, varios ministros tuvieron que presentar la dimisión poco después de sus nombramientos; cierto que no eran ministerios  de peso. Inicialmente elegido por el presidente para que fuera candidato a la alcaldía de Madrid, el juez terminó en la cartera de Interior, tras haber tenido una muy buena sintonía con el  gobierno de Rajoy, al que sirvió desde la judicatura. Ese afán de servicio, ahora al Gobierno de  Pedro Sánchez, sumado a su  gran inexperiencia política, es  justo lo que le ha llevado a resbalar en Interior.

Bien conoce el Partido Popular su eficacia como correa de transmisión cuando lo reprueba. Nada le preocupa más hoy a Pablo Casado que el juez Marlaska la ponga al servicio de Sánchez. Quien estuvo a punto de empurar a Rubalcaba por el caso Faisán, un chivatazo de Interior a la dirección de ETA, bien podría instrumentalizar Interior también  contra el PP. Si imita a Montoro y a Wert en la reprobación ¿por qué no en la política del ministerio ? Sea así o no lo sea, el hecho cierto es que ha servido en bandeja al Partido Popular una analogía política entre los dos grandes partidos, en su relación con el Poder Judicial, que empaña la imagen del gobierno de Pedro Sánchez

Que Marlaska haya tenido que esperar a padecer un ataque de soberbia para cesar al coronel Pérez Cobos, porque no le informó de lo que no podía ni debía informarle por orden judicial, indica su frágil preocupación por el Estado de Derecho. La trayectoria de dicho oficial, escasamente compatible con el buen ideario democrático, evidenciaba que debería haber prescindido de sus servicios nada más hacerse cargo del ministerio. Si el  magistrado Marlaska era conocido en los tribunales europeos por su mirada tuerta ante los casos de tortura, es coherente que ya de ministro no se haya preocupado,  ni mucho ni poco, por el  controvertido curriculum del coronel cesado. La moral flexible del que hoy  se auto reprueba arroja una  sombra de duda sobre la Moncloa que  Pedro Sánchez, más pronto que tarde, debería despejar.

El balance no puede ser más inquietante para todas las instituciones.  Poder Judicial, Poder Ejecutivo , Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, salen dañados por la ira del ministro Marlaska. La desconfianza del Consejo General del Poder Judicial se evidencia en el más que probable nombramiento  de los cinco presidentes de sala del Tribunal Supremo antes de que el PSOE y el PP pacten su renovación. Igual sucede con el malestar en los altos mandos de la Guardia Civil que se extiende también por todo Interior. La conducta reprobable del ministro no es el mejor ejemplo político , justo cuando en el próximo otoño previsiblemente habrá que hacer frente a serios problemas de orden público.

Lo más irritante para Pedro Sánchez, además, es que el escándalo Marlaska ha sido una tormenta en un vaso de agua. Si el ministro hubiera controlado su soberbia, o al menos hubiese podido contar hasta diez,  la jueza Carmen Rodríguez Medel habría archivado la denuncia sobre el 8–M. sin necesidad de recurrir a la auto reprobación. Más pronto que tarde, la Moncloa debería aprovechar un reajuste gubernamental para situar en Interior a alguien con capacidad y experiencia, que conozca la casa, y reparar así los daños causados por el brote de ira de Marlaska . Es un ministerio clave. Sánchez dispone de banquillo para elegir. Ojalá acierte.

 

 

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