El desconcierto

Ayuso y el Frente Nacional

No podía Isabel Ayuso mirar el diente al caballo regalado enviado desde Murcia por la Moncloa, la moción de censura contra el gobierno murciano,  como tampoco desaprovechó, hace dos años, el regalo de la alcaldía de Madrid envuelto en el fratricidio entre Errejón e Iglesias. Así el búmeran murciano estalló nada más anunciarse la fallida maniobra y su onda explosiva llegó inmediatamente al centro desde el levante. Abierta esta Caja de Pandora por algún genio del marketing, la XIV Legislatura ha quedado patas arriba con Ciudadanos en plena descomposición, el PP bajo la tutela de Ayuso, el Gobierno sin vicepresidente segundo, los independentistas a lo suyo y Vox en irresistible ascenso.

La convocatoria electoral de Madrid es un triunfo de la estrategia del Frente Nacional que promueven Ayuso, Aznar, Mayor Oreja y Cayetana Alvárez de Toledo desplazando a quienes como Núñez Feijóo preconizan una línea de centro derecha. Estrategia involucionista que pivota sobre dos firmes ejes de confrontación política. El nacional, España o Cataluña; el social, un Frente Nacional o un Frente Popular. Sobre ellos, calculan la movilización radical de todo el espacio de la derecha social que facilite, de entrada, la articulación de una clara mayoría que origine la salida de Pedro Sánchez de la Moncloa y, posteriormente, la involución de la Monarquía constitucional hacia aquella  Corona preconstitucional que existió entre 1975, muerte del dictador, y junio de 1977, urnas democráticas.

La subordinación de la izquierda catalana, una vez más, a los objetivos de la derecha catalana, alimenta ya y va a alimentar mucho más la apuesta de Ayuso por el Frente Nacional. Los sueños infantiles sobre Esquerra, que han predominado en la Moncloa, se han desvanecido  muy rápidamente, y su tan cacareado gobierno progresista con los Comunes se ha esfumado casi a la misma velocidad. Estamos donde estábamos hace tres años; eso sí, sin romper la legalidad vigente. Pero el choque de trenes, que tanto necesita hoy Ayuso, vuelve a estar de nuevo situado en los rieles. Salvo que mañana los de Esquerra recuperasen el sustantivo de izquierda, sería todo un milagro, la Generalitat va a servir a la Puerta del Sol la misma demagogia nacionalista que la Puerta del Sol les sirva a ellos.

El éxito de la apuesta por el Frente Nacional pasa, sine qua non, tanto por la radicalización política como por la polarización social. Igual que en un ring, derecha contra izquierda, segundos en el boxeo; moderados en las urnas, fuera. Los eslóganes electorales de Ayuso van ya en esa dirección, buscando que las fuerzas democráticas caigan en la tentación de contraponer un Frente Popular a su Frente Nacional. La necesidad unitaria de Más Madrid, Podemos y Recupera Madrid, que compiten entre sí por un reducido mercado electoral, va a ser vendido como un primer paso en esa dirección cuando en absoluto lo es. No está claro que todas se sumen y sí está bastante claro que el PSOE no está por la labor de ayudar a Ayuso.

El azar ha hecho que Sánchez, cuando se encontraba en Montauban en el homenaje a Azaña, esté ahora en un escenario análogo al que llevó al último presidente de la II República a fallecer hace ochenta años como exiliado en Francia. Todos los historiadores señalan con precisión como la incapacidad de las instituciones republicanas, paralizadas por la radicalización de los extremos, ayudó extraordinariamente a los rebeldes de Franco. Hoy, como entonces, en circunstancias favorablemente distintas, el PSOE vuelve a ser el eje sobre el que rotan las perspectivas democráticas de España. O, lo que viene a ser lo mismo, corresponde al presidente Sánchez organizar la moderación. Ojalá tenga la suerte que no tuvo Azaña. De lo contrario, la involución acabará siendo una realidad por una vía política, como lo fue el franquismo por la vía armada.

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