El desconcierto

Los ateonacionalcatólicos del PP

Los ateonacionalcatólicos del PP
El Papa Francisco reunido con la ministra española de Trabajo y Economía Social Yolanda Díaz (izq.) En el Vaticano, el 11 de diciembre de 2021.- EFE

Casado no gana para disgustos. Ahora que ya no hay comunistas ni en el Kremlin, alguien en el PP los  encuentra en el Vaticano. Desde que en las Cortes republicanas, mientras se debatía la reforma agraria, un diputado de la derecha manifestara hacerse ateo, tras escuchar cómo Manuel Giménez Fernández recurría a las encíclicas Rerum Novarum y Quadragesimo Anno de León XIII para defenderla, no habíamos presenciado algo análogo. De esta audiencia del Papa Francisco I con la vicepresidenta Yolanda Díaz, posterior a la que tuvo en octubre de 2020 con el presidente Pedro Sánchez, acaba de brotar bruscamente otra tendencia en el interior mismo del nacionalcatolicismo: los ateonacionalcatólicos.

Hasta ahora era una tendencia soterrada que emergía de vez en cuando bajo la dictadura, cada vez que se encerraba a un cura en la cárcel concordataria de Zamora, se lanzaba a los grises contra las sotanas rebeldes o se coreaba aquello de "Tarancón al paredón". Las primeras reuniones de monseñor Guerra Campos con dirigentes del PCE, en Praga, en la mitad de los 60, o las de Sánchez Montero con Martín Patino en Toledo, engrosaron esta tendencia nostálgica de la pastoral del cardenal Gomá apoyando a Franco. En 1972, la Iglesia Católica pedía perdón por haber apoyado la sublevación franquista y en 1974 llegó a tener preparada hasta la posible excomunión del dictador.

La reciente encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco I es contemplada hoy por los ateonacionalcatólicos como lo fuera la Rerum Novarum a finales del siglo XIX. No hay más que leerla para captar su vinculación con la reforma laboral.  En la reunión mantenida en el Vaticano incluso se habló sobre este importante proyecto a punto de ser acordado entre todos los agentes sociales. Quienes desconocen la doctrina social de la Iglesia se sorprenden de que sus textos sirvan de apoyo a legisladores progresistas. Por no hablar del silencio de la Iglesia sobre la ley del aborto, recurrida ante el Tribunal Constitucional, o sobre la eutanasia. En este nuevo contexto, el nacionalcatolicismo, que tantos beneficios les ha rendido, les es ahora insuficiente.

Esta tendencia ateonacionalcatólica, martillo de herejes y espada de Trento, está ahora a punto de reivindicar el saqueo de Roma y del Vaticano por Carlos V. O de imitar a aquellos católicos franceses de finales del XIX que creían que el Papa había sido sustituido por un impostor, según narraba Andre Gide en Las Cuevas del Vaticano. No hay que olvidar que en Madrid la iglesia de monseñor Rouco Varela, mucho más carpetovetónica que vaticana, todavía conserva importantes parroquias en espera de que esta intensa batalla que desarrollan hoy contra  el Papa Francisco I sea fructífera. La Cruzada integrista que predican va de la mano del proyecto de involución política que proponen.

Buena prueba de su poder es esa misa por el alma de Franco a la que asistió de tapadillo Pablo Casado, que anhela caminar bajo palio. No quiso dejar de ir, ni  tampoco ser demasiado visto.  Algo así como nacionalcatólico de día y ateonacionaltólico de madrugada. Y es que nada le desazona más que el hecho de que el Vaticano reciba a  Pedro Sánchez y a Yolanda  Díaz, sin que él como líder del PP, y otros profesionales del oficio político, pese a sus esfuerzos por ser recibidos, figuren en una larga lista de espera. Qué más quisieran los caudillos de la involución política que contar al menos con el nihil obstat del Vaticano, puesto que ya no cuentan con la bendición urbi et orbe de la Iglesia Católica.

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