El desconcierto

Las buenas intenciones y propósitos de enmienda de Sánchez

Las encuestas preelectorales no pueden ser más adversas para el gobierno de Sánchez. Hasta las del propio CIS pronostican el  triunfo de Núñez Feijóo. Aunque probablemente la que publique Tezanos en septiembre pueda indicar una relativa remontada del PSOE, puesto que la que acaba de publicar recoge una intención de voto justo antes del debate del estado de la nación, no parece que el próximo otoño vaya a invertir la corriente de fondo existente hoy en esta coyuntura de la sociedad española. Pero nunca conviene olvidar que los sondeos no son más que una foto fija que no puede recoger la dinámica de la realidad política. Porque la pregunta es si Sánchez va a lograr meter esa quinta marcha contra el viento y marea preelectoral.

El PSOE, controlado férreamente por su secretario general, se dispone a desmentir esos guarismos rojos que le deparan todas las encuestas. Los recientes cambios en Ferraz no dejan lugar a duda alguna. Desde la premisa de la unidad, no es casual que Pilar Alegría y Oscar López que apoyaron a Susana Díaz y Patxi López figuren entre los nueve miembros del comité directivo  junto con  Patxi López que se enfrentó a Pedro Sánchez.Es evidente. El PSOE vuelve a ser el que era cerrando hoy definitivamente  la última crisis socialista. Como motor político de la izquierda, que es desde hace mucho más de un siglo, va a intentar movilizar al  electorado progresista contra ese giro al centro derecha anunciado en las encuestas.

Paradójicamente su mayor obstáculo no es el Partido Popular sino su socio de gobierno. No porque compitan por el mismo espacio sociológico sino por incomparecencia preeelectoral, al menos hasta el momento, de los de Unidas Podemos ensarzados en una lucha interna donde es imposible encontrar alguna diferencia política entre los unos y los otros. No parece que la nefasta batalla que mantuvieron en Andalucía haya terminado y lo que se percibe es que ya ha cruzado Despeñaperros como lo demuestra ese  torpe cese  del secretario de Estado, Enrique de Sántiago, por la ministra Ione Belarra. Solo faltaba la duda de Yolanda Díaz sobre si llegará a tiempo de poder participar en las elecciones municipales para rizar el rizo pesimista. Sin UP no habrá gobierno del PSOE.

No sería una ausencia baladí. Porque en esas ocho mil urnas municipales del próximo mes de junio se juega Sánchez el futuro del gobierno de centro izquierda. No hace falta recordar la importancia de estos comicios, que puede ir mucho más allá del específico ámbito de los ayuntamientos como ocurriera en 1931 en que los resultados de las elecciones locales provocaron la caída de la monarquía del bisabuelo de Felipe VI. Si el PSOE se mantiene en las principales alcaldías sería el comienzo de ese ir a por todas que Pedro Sánchez marcó  en  el reciente cónclave del PSOE. No hay  poder más cercano a la sociedad que el que ostentan concejales y ediles.

Baste recordar que seis meses después de las municipales se abrirán las urnas legislativas para indicar que las primeras marcarán el camino de las segundas. Será entonces cuando se podrá comprobar si las buenas intenciones y propósitos de enmienda prometidos por Sánchez el pasado fin de semana en Ferraz han sido escuchados o salido como han entrado de los atentos oídos de la sociedad española. Mientras que el PP no puede ir más allá de sus denuncias y propuestas políticas, el PSOE sí que puede desde todas las instituciones tratar de movilizar todo el voto útil de la mayoría de centro izquierda logrando que el voto fugado hacia la abstención o al centro derecha, como  ayer en Andalucía, pueda volver a reencontrarse con  Pedro Sánchez. Veremos si aún hay tiempo o si ya será tarde.

 

 

 

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