El desconcierto

La recuperación del PSOE

La recuperación del PSOE
El presidente del Gobierno, Pedro Sanchez (c), preside la tradicional foto de familia de la nueva composición del Ejecutivo en las escalinatas del Palacio de la Moncloa este martes para asistir a la primera reunión del Consejo de Ministros del nuevo gabinete de Pedro Sánchez. EFE/Javier Lizón

Está por verse si el nuevo Gobierno es el de la recuperación económica, según describe el presidente Sánchez, pero lo que sí es bastante evidente es que es el de la recuperación política del PSOE. Basta leer el curriculum de los nuevos ministros y, sobre todo, el de algún alto cargo cesado, para constatar como al calor de la remodelación gubernamental se ha gestado el reencuentro de todo el socialismo.  Distanciados desde las primarias que llevaron ayer a Sánchez a la Moncloa vuelven a acercarse hoy los que promovieron tanto al actual secretario general como las otras candidaturas de Susana Díaz  -Isabel Rodriguez y Pilar Alegre- o de Patxi López, Óscar López.

¿Por qué Pedro Sánchez retorna a Ferraz y estos tres cuadros socialistas a la Moncloa? Estamos ante una rectificación obligada, tanto por el claro retroceso electoral del PSOE, que recogen todos los sondeos sobre la intención de voto, tras la disparatada campaña en las elecciones madrileñas, como por la real incapacidad política de quien aspiraba ejercer como presidente bis sin más trayectoria que la de haber trabajado antes con el populista Monago en Badajoz, o el racista Albiol en Badalona . Esa mala tentación de Pedro Sánchez, generada por el distanciamiento provocado entre quienes le apoyaron o apostaron por Susana Díaz y Patxi López, fue bien aprovechada por Iván Redondo, alguien bastante ajeno a la familia socialista y a cualquier cultura de izquierda.

Que Oscar López sea quien sustituya a Iván Redondo como jefe de gabinete, pero no como el archipámpano de Moncloa que pretendía ser el cesado es toda una autocrítica implícita del presidente. Si el propio Sánchez hace un lustro calificaba a López como un crack,  tal como pude escucharlo de su propia boca, no se entiende bien que no lo nombrara entonces. No había más motivo en contra que el apoyo explícito de López al entonces candidato Patxi López.  Muy probablemente desistió con gran dolor de su corazón, ya que no le envió a su casa, sino que pronto le buscó un  buen ostracismo dorado al frente de Paradores Nacionales, en la reserva, por si volviera a necesitar de una mano leal. No le faltó instinto a Pedro Sánchez, esa necesidad la ha precipitado Iván Redondo, quien como Antonio Pérez, tras ser cesado por Felipe II, lamenta hoy como "La gracia de los Príncipes es engañosa, caduca, mortal, sombra de la muerte: la misma muerte"

El aventurerismo populista, tan evidente en la disparatada conspiración de Murcia como en la surrealista alerta antifascista en Madrid, por no hablar de otras aventuras, marca desde mayo todo un punto de inflexión. El espíritu de partido, bien palpable en los nuevos ministros, es la respuesta adecuada a la frivolidad  política que ha facilitado que la derecha vuelva levantar cabeza, e incluso haya ayudado a que la extrema derecha de Vox sea hoy el tercer partido en la sociedad española. Si a la mitad de la legislatura la involución política puede convertirse en una alternativa, algo ha fallado en el Partido Socialista. De ahí la urgente recuperación del PSOE.

Entre un PP que aspira a ser de centro derecha sin poder conseguirlo, al menos de momento, y el declive electoral de Podemos, aún con la buena imagen de Yolanda Díaz, el PSOE vuelve a tener una oportunidad histórica. La de constituirse en el referente de la Constitución. Veremos si lo logra, ha perdido demasiado tiempo en encontrarse a sí mismo, y el vacío del PSOE, además de alejarle de la sociedad,  puede haber sido ocupado por otras fuerzas. Pese a que Gorbachov decía que la historia castiga siempre a quien llega tarde, conviene no olvidar que el reloj de la historia carece de manecillas y que, por lo tanto, este segundo Gobierno de Sánchez puede volver a tejer todo lo que se destejió con la externalización de la estructura de la Moncloa.

 

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