El desconcierto

La insoportable levedad de Aragonès

La insoportable levedad de Aragonès
El president, Pere Aragonès. (EFE)

Cataluña no deja de ser toda una caja de sorpresas. Tras años de quejas sistemáticas por la falta de inversiones del Estado, ahora, el mismo president de la Generalitat critica que el Gobierno proyecte invertir 1700 millones de euros en el  aeropuerto del Prat. Ha bastado que el populismo, expresado por la CUP, agite la bandera de la demagogia en el entorno de Esquerra Republicana para que el señor Pere Aragonès se desdiga de lo acordado el pasado 2 de agosto entre el Palau de San Jaume y la Moncloa. Estamos, sin duda, ante el primer éxito populista en el Estado español. Nada más y nada menos que un proyecto estatal, que beneficia directamente al pueblo catalán, ha sido frenado doblegando el pulso de la Generalitat.

Es bastante evidente la insoportable levedad de Pere Aragonès. En lugar de apoyarse en su vicepresidente, que representa la otra fuerza mayoritaria soberanista, ha optado por la muy minoritaria, la CUP. Con el objetivo de mantener el segmento de su electorado, atraído por los cantos de sirenas demagógicas, y a la vez  sostenerse sin problemas en el parlamento catalán. El populismo, tan residual en Cataluña como en el resto de España, ha sabido utilizar la división del Govern y la doble alma histórica de ERC para obligar a la Generalitat a vender como un fracaso lo que hasta ayer mismo había sido vendido como un triunfo La excusa política, basada en la falsa dicotomía de contraponer el  crecimiento con la ecología, no convence más que a la ínfima minoría de los ya convencidos.

No parece, al menos así lo afirman tanto en Barcelona como en Madrid, que este desencuentro manifiesto en la agenda del reencuentro de Sánchez vaya a reflejarse en la Mesa de Diálogo. Pero, qué duda cabe, que añade aún más incertidumbres sobre su desarrollo y , sobre todo, sobre su desenlace. La interrogante es bastante lógica, dado que planea sobre ella la pregunta de si Pere Aragonès reeditará o no su insoportable levedad en el hipotético caso de que se llegara a algún acuerdo con el presidente Sánchez. Que el populismo haya determinado la crisis del Prat, lo que hasta ahora era impensable, complica todavía más la confluencia con el independentismo, salvo que el Govern catalán haga honor al sustantivo.

Justo cuando el Partido Popular atraviesa su peor momento político desde Antonio Hernández Mancha, aquel líder disparatado superado hoy por Pablo Casado, y que sin embargo los medios oficiosos de la Generalitat presentan como un crack. El populismo y los sectores independentistas  que hoy le siguen acaban  de regalarles a los partidos de la involución política un saco demagógico contra la recuperación económica basada en los 140.000 millones de  euros de la Unión Europea. Con  mucha razón el propio vicepresidente de la Generalitat, señor Puigneró, no ha vacilado en señalar que todo este despropósito es "fruto del  populismo y la frivolidad ", que oculta que la ampliación del Prat es viable sin poner en peligro la protección de la laguna de la Ricarda.

El Govern, valga la redundancia, debe gobernar pese a una movilización minoritaria que trate desde la calle de impedir lo que no puede obstaculizar desde las urnas. Es obligación del presidente Aragonès defender la ampliación del aeropuerto como lo hace el mismo presidente Sánchez, pese a que en su propia mayoría encuentra la misma crítica que la Generalitat. Bien es verdad que la reforma de Barajas, hoy Adolfo Suárez, apenas suscita el nivel de protesta que la del Prat, pero precisamente por ello debe responder a esta movilización desde una postura firme y nada titubeante. Todo lo contrario de ese tuit con el que Aragonès se sumó desde el Govern a la oposición a su propio gobierno. Esa insoportable levedad del molt honorable president puede acabar siendo hoy un serio problema político más a sumar a los muchos que ya envuelven la relación catalana con el Estado.

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