El desconcierto

A Ucrania regalada, no le mires el diente

A Ucrania regalada, no le mires el diente
El presidente del PP, Pablo Casado, interviene en la inauguración oficial de la VIII edición del Foro de Innovación Turística de Hotusa, en Eurostars Madrid Tower, a 17 de enero de 2022, en Madrid, (España).- Eduardo Parra / Europa Press

Las desgracias nunca acostumbran a venir solas. Cuando aún cabalga el caballo apocalíptico de la pandemia, arranca su compañero de la guerra. Justo cuando el presidente Sánchez prepara la reunión de la OTAN en la capital de España, en el mes de junio, las grandes potencias no europeas intentan dialogar sobre una nación situada en Europa al margen de la Unión Europea. Así un territorio del viejo continente, que enfrenta a casi todos los gobiernos europeos, depende de lo que se decida en Washington o en Moscú, sin que Bruselas pueda plantear una propuesta. No digamos Berlín, París, Roma o Madrid, donde todos sus máximos dirigentes se debaten entre sus deberes geopolíticos con la Organización Atlántica y la UE, y sus apuestas por la diplomacia y el diálogo.

Pero ahí no terminan todos los problemas de la Moncloa. Desde el entorno del Partido Popular se dice que a Ucrania regalada, no le mires el diente, parafraseando una conocida sentencia popular. Dicho en román paladino, la cuestión ucraniana es un regalo del cielo al que no conviene entrar en detalles o matices. O sea, o con los Estados Unidos o con la Federación Rusa. Tras esta infantil simplificación, la derecha busca meter el cuchillo en el gobierno a ver si los vientos del Este barren un gobierno progresista con una mala salud de hierro desde su formación en el otoño de 2019. Aplican, por vez primera en esta legislatura, una política de Estado, aunque quizás habría que añadir del Estado norteamericano.

Como viene siendo habitual se trata de romper el gobierno de Sánchez con las plumas diestras reconvertidas en bayonetas contra la Moncloa. En esa óptica interesada el palacio presidencial sería escenario de una lucha entre ministros y vicepresidentes. Unos, bajo el águila rusa, otros bajo el águila norteamericana, en una dura pugna por hacer de España un país satélite de una u otra gran potencia. Así unos insultan a la ministra de la Defensa, otros a la ministra de Trabajo, olvidando que no son más que ejecutoras de la política que decide el presidente de Gobierno basada en la búsqueda de una política europea independiente de los intereses de las dos grandes potencias.

Como no  encuentran percha alguna para explicar este alucinante juicio de intenciones se inventan declaraciones falsas o se extrapolan comentarios privados, como si fueran la posición del socio minoritario. Cuando los cuatro ministros y la vicepresidenta de la minoría de izquierda no abren la boca que mantienen cerrada por formar parte del gobierno. Recordar los distintos enfoques sobre la OTAN , patentes desde aquel referéndum de 1986, es una obviedad innecesaria salvo que fueran bien acompañados de una llamada  a una movilización concreta contra el gobierno progresista. Salvo ajustes de cuentas personales contra alguna ministra, sin  mayor alcance, la cohesión es total y el caballo regalado de Ucrania no se va a llevar por delante al Gobierno.

Corre mucho más peligro Casado que Sánchez dado que la izquierda no embiste la muleta que le tiende el PP a la vez que Vox le señala como un Sánchez bis que se limita a seguir la política de Moncloa sobre la crisis ucraniana. Ante esta acusación de Santiago Abascal, en vísperas de las elecciones autonómicas en Castilla-León, Casado, ni corto ni perezoso, habla sobre las probables conexiones rusas del nacionalpopulismo de Vox olvidando que Aznar acaba de ser recibido por Putin en el Kremlin. Alucinante. Si para el general Franco los hombres made in Moscu eran los comunistas, ahora para Casado son los de Vox. Delirio que evidencia el error de aceptar el caballo de Ucrania regalado sin mirarle el diente. Yolanda Díaz refuerza su unidad con Sánchez mientras que Abascal se aleja de Casado.

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