El desconcierto

La crisis anunciada a imparable de Vox

La crisis anunciada a imparable de Vox
Santiago Abscal e Iván Espinosa de los Monteros. (EFE)

Justo cuando el nacionalpopulismo avanza imparable por la Unión Europea, tras la reveladora victoria italiana de Meloni, sus homólogos españoles, Vox, dan signos inequívocos de una crisis anunciada.  No tanto por el efecto del número narcisístico de Olona, en línea con actitudes similares de líderes de pequeños  partidos de derecha e izquierda españoles, sino por la respuesta que la derecha radical tiene que dar a la penetración del PP en  el electorado de Santiago Abascal. Las elecciones andaluzas, primero, y luego los sondeos publicados hasta la fecha, muestran que  se ha sustituido la tendencia del PP de Pablo Casado, a remolque de Vox, por la del PP de Núñez Feijóo, arrastrando a Vox.

La interrogante es meridiana. Si mañana las urnas confirmasen todas las encuestas y Núñez Feijóo desaloja a Sánchez de la Moncloa, ¿cuál sería la política de Vox  con ese  gobierno del Partido Popular ?  No parece que lo tengan claro  los dirigentes nacionalpopulistas españoles, porque no es lo mismo darle un apoyo crítico desde la oposición que combatirlo sin cuartel desde el primer día. Claro está que lo primero, sería saber el resultado exacto de las urnas municipales y autonómicas de las urnas del próximo 28 de mayo, conocer la correlación de fuerzas es prioritario, pero la controversia soterrada va más allá de los guarismos electorales. La cuestión de las cuestiones es si Vox se subordinará al bipartidismo y servirá como muleta del PP, al igual que hoy la izquierda radical sirve al PSOE, .

Dos líneas apuntan en el horizonte de esta crisis soterrada de Vox. La línea sueca, donde sus compañeros son el soporte del resto de la derecha; la línea italiana, donde Fratelli de Italia  va a dirigir hoy a toda la derecha italiana. Es decir, integrarse en las instituciones, como hacen los nórdicos, o cambiarlas según la propuesta electoral de Meloni. Dos posturas bastante divergentes que brotan de un análisis antagónico sobre el presente y futuro de la Unión Europea. Porque la posibilidad del gobierno de Feijóo en la Moncloa pasa por una espiral inflacionista alimentada por una guerra de todas las grandes potencias en suelo ucraniano que durará, por lo menos, hasta que sean convocadas las elecciones de 2024 en los Estados Unidos.

Pero lo paradójico de esta crisis anunciada es que beneficia las expectativas políticas de Feijóo. El golpe dado por el gesto de Macarena Olona a Vox es de los que hacen temblar a todo su electorado. Que esta política, que se jacta de contar con la tercera parte del electorado nacionalpopulista, cuestione hoy la democracia interna e insinúe que Santiago Abascal no sirve a España, aplasta el entusiasmo militante de sus electores. De esta decepción al voto útil al Partido Popular no hace falta andar demasiado camino. No digamos, además, si esta crisis incipiente acaba en una escisión. Si la izquierda radical cuenta con siete siglas en un mercadillo reducido, ¿por qué la derecha radical no puede contar con dos en  un mercado mucho más amplio?

Si así fuera, Feijóo habría conseguido reeditar políticamente el conocido anuncio de tres en uno. De las tres derechas de ayer, la de  Pablo Casado ha desaparecido por su  incompetencia, la de Ciudadanos por la fantasmada de Rivera, y la de Vox, porque en la derecha radical, al igual que en la izquierda, siempre hay alguien más radical que quien la dirige . Todo va a depender de como Vox sepa torear mañana la crisis gestante y, sobre todo, sea capaz  de denunciar a los nuevos compañeros de Olona o, en caso contrario, pactar con ellos. Como se dice en Derecho, in claris non fit interpretatio, en las cosas claras no hace falta interpretación. Esta crisis anunciada  e imparable de Vox se debe, precisamente, a su ambiguedad política.

 

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