Otra economía

¡Harto de las estadísticas de desempleo!

Fernando Luengo
Miembro de la candidatura de Podemos a la Comunidad de Madrid
@fluengoe
https://fernandoluengo.wordpress.com

Y de otras muchas que los grandes medios de comunicación y los economistas del establishment utilizan sin escrúpulos para vapulear a la ciudadanía. Son sistemáticamente empleadas para disfrazar y desvirtuar la realidad, para mantener la falacia de que estamos bien informados.

La economía crece un punto porcentual o unas décimas más o menos, o retrocede, o se aparta de las previsiones. Y con estos datos se arma el rifirrafe político. Ignorando o bien ocultando que el Producto Interior Bruto (PIB), indicador icono que mide el crecimiento, en absoluto recoge el coste real de los procesos productivos, resultado de un consumo depredador e insostenible de recursos naturales no renovables; omitiendo, asimismo, el coste derivado de la gigantesca e inmanejable acumulación de residuos, la pérdida de biodiversidad, la extinción de especies, la acumulación de gases de efecto invernadero y el cambio climático. Nada de esto importa, sigamos hablando de los vaivenes del PIB. ¿Qué relevancia tiene asimismo que todo el edificio económico capitalista descanse sobre el trabajo invisible y no remunerado, realizado en su mayor parte por las mujeres, fuera de la lógica y los dictados de los mercados?

Si se contabilizara con rigor estos aspectos, estaríamos hablando de unos resultados macroeconómicos completamente diferentes, mucho peores que los registrados en las estadísticas oficiales.

Disponemos de más y mejores datos sobre la concentración de la renta y la riqueza, es cierto. Pero esos datos tan sólo reflejan de manera imprecisa la realidad de la desigualdad; de hecho, claramente la infravaloran. Dar por buenas las estimaciones realizadas a partir de las declaraciones fiscales de las grandes fortunas y patrimonios y de las cuentas de resultados de las grandes empresas es, simplemente, ir demasiado lejos en el mundo de las falacias donde tan confortablemente se mueve la economía convencional y una parte de la economía crítica. Los precios de transferencia aplicados por las empresas transnacionales, la ingeniería contable, los paraísos fiscales, la opacidad de los mercados... ese es el mundo real que permanece en gran medida fuera del radio de acción de las estadísticas.

¿Qué crédito tienen los datos estadísticos sobre salarios y costes laborales? Escaso, en mi opinión. Es de sobra conocido que numerosas empresas -también las muy modernas y competitivas que son a menudo presentadas como el modelo a seguir- obligan a sus trabajadores, ¡quién se puede negar, tal y como están las cosas!, a realizar horas extraordinarias sin remuneración alguna, trabajo gratis con el que las empresas, no sólo las grandes, hacen caja. Resulta imposible conocer con precisión la magnitud del fenómeno, pero se estima, también de manera aproximada, que son millones de horas a la semana, con las que se podrían crear un buen número de empleos. ¿Y qué decir de la intensificación de los ritmos de trabajo? Encuestas cualitativas apuntan en esa dirección; el río suena, pero es difícil conocer su caudal. Todo esto representa una reducción real del salario, aunque se mantenga invariable el nominal, que, por cierto, muchas empresas también han bajado. ¿Hay suficiente información sobre la entidad de las retribuciones, en dinero y en especie, percibidas por las elites empresariales? Pues no, también en este caso hay una evidente laguna, que los gobiernos no tienen demasiado interés en cubrir. En este contexto, ¿qué información relevante aporta conocer las estadísticas oficiales sobre la evolución de los salarios promedio? El lector puede juzgar.

¿Y sobre el desempleo? Más enredo político. ¿Qué dicen los datos interanuales? ¿y el promedio de los últimos meses? ¿y el resultado de comparar el primer trimestre del año con cualquier otro que interese al político de turno? ¿o acaso poner el foco en la tendencia? La letanía de siempre. La tasa oficial de desempleo, y todo el debate que gira alrededor de su evolución, contribuye a mantener un manto de opacidad, que tanto conviene al relato dominante y donde asimismo está atrapada una parte de la economía crítica. El desempleo real es muy superior al reflejado estadísticamente: trabajadores a tiempo parcial involuntario (que desearían trabajar más horas, infra empleo y personas en edad de trabajar y en disposición de hacerlo que no figuran en las estadísticas. El resultado de aplicar estos criterios son tasas de desempleo muy superiores a las oficiales. Por lo demás, como antes mencionaba, cualquier estadística que no recoja información sistemática y fiable sobre el número de horas y de personas que trabajan en la esfera de la reproducción social invalida cualquier estadística laboral.

No podemos aceptar, sin más, el debate encorsetado sostenido en las estadísticas oficiales. No vale. Oculta y falsea. Es un instrumento al servicio del poder y del mantenimiento del estatus quo.

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