Otra economía

Europa y la victoria del fascismo en Italia

Europa y la victoria del fascismo en Italia
Partidarios de Giorgia Meloni celebran su victoria.- Oliver Weiken / dpa

"La victoria de la extrema derecha en Italia representa un enorme varapalo para el proyecto europeo". Este es uno de los comentarios más repetidos en relación a las elecciones italianas. Y es verdad... a medias.

Porque ese proyecto, que se reivindica como solidario y equitativo, se encuentra a la deriva desde hace mucho tiempo. Y esta es, posiblemente, una de las razones que explican el, hasta el momento, imparable ascenso de las derechas extremas y de la extrema derecha, no sólo en Italia. También en Suecia, país donde las últimas elecciones han situado como segundo partido más votado al de los "Demócratas de Suecia", Alemania, Francia, Finlandia, Hungría, Polonia... Y VOX en España, que, a pesar de la recuperación en expectativas de voto del Partido Popular, conserva buena parte de sus apoyos y opciones. Si Marx proclamaba en el Manifiesto Comunista que un fantasma recorría Europa, el comunismo, ahora el fantasma, que ya no es tal sino una peligrosa realidad, se llama fascismo, con todas las letras.

Es verdad que los resultados obtenidos por el partido liderado por Georgia Meloni, Hermanos de Italia, que se reconoce y se reivindica abiertamente en la herencia del dictador Musolini, supone, como señalaba al comienzo, un varapalo para Europa. Pero ¿acaso no es el momento de preguntarse sobre la responsabilidad de ese denominado proyecto europeo? ¿qué resultados ofrece a la ciudadanía? ¿está a la altura de la encrucijada histórica que estamos viviendo?

Lo diré en formato telegráfico. En mi opinión, ese proyecto ha fracasado a la hora de cerrar las brechas productivas, tecnológicas y sociales que separan al centro más próspero y a las periferias; atacó con fiereza al gobierno progresista de Syriza y al pueblo griego; ha sido incapaz de poner freno a los privilegios de las empresas farmacéuticas y energéticas; cuenta con un banco central cuya política ha beneficiado a las grandes entidades financieras y corporaciones; no ha sido capaz de implantar una fiscalidad progresiva a escala europea; mantiene en su territorio paraísos fiscales que operan con total impunidad; ha activado un plan de recuperación para enfrentar la pandemia que ofrece una cantidad ingente de recursos financieros a las grandes empresas; se encuentra atrapado en las redes y en los intereses de los grandes lobbies que colonizan las instituciones comunitarias; levanta la bandera de la transición ecoenergética y de cambio climático, pero se mantiene en un modelo básicamente fosilista... un proyecto que, en fin, habla de paz, al tiempo que defiende las opiniones militaristas de la OTAN y Estados Unidos en relación a la guerra de Ucrania.

Estos son algunos ejemplos, creo que relevantes, de la deriva europea. ¿Consideramos necesario un debate sin trampa ni cartón sobre Europa? ¿queremos que esta se convierta en un factor de cambio atractivo para las mayorías sociales? ¿nos tomamos en serio frenar el ascenso del fascismo? Actuemos en consecuencia y abramos un debate serio sobre Europa.

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