Fuera de lugar

La Tabacalera. Primer año de vida

La Tabacalera ha cumplido un año (y algo más) de vida. Se trata de un espacio cedido por el Ministerio de Cultura para la autogestión ciudadana y es ahora mismo de uno de los  lugares más vivos e interesantes de Madrid.

En junio de este año, La Tabacalera presentó un dossier al Ministerio de Cultura que incluía una propuesta para acordar un convenio para la cesión durante cuatro años de la parte del edificio que ahora ocupa el centro social. El Ministerio no ha acordado (¿aún?) la cesión, de modo que La Tabacalera es una experiencia que puede terminar en marzo del año que viene.

Este miércoles 9 de noviembre se presenta públicamente el dossier y los amigos que tengo en Tabacalera me han pedido que modere un debate en torno al proyecto y sus líneas generales. Con ocasión del mismo, se puso en contacto conmigo la periodista Sara Brito de Público para un reportaje. Me hizo unas cuentas preguntas sobre La Tabacalera y yo las respondí todas juntas y revueltas en el texto que puedes leer ahí abajo. 

La Tabacalera. Primer año de vida

En primer lugar, sólo soy un usuario más de La Tabacalera, tengo allí amigos y he organizado algunas cosas, me interesa mucho lo que ocurre y me ha dado qué pensar sobre las transformaciones del mundo que vivimos.

Creo que esta crisis no sólo es económica, sino que es una crisis de modelos. Digamos que hay un modelo en bancarrota: el modelo-tele. En política, en los medios de comunicación, en la producción cultural, en el saber... Lo que ya no se sostiene es el modelo centralizado y unidireccional, de acceso restringido, espectacular y a la vez opaco, donde caben muy pocas voces y muy pocos temas. Es la crisis de los intermediarios que dividen y despotencian aquello que representan.

Por todas partes vemos una rebelión de los públicos y las audiencias, una toma de palabra masiva, una apertura de lo posible, la propuesta de otros tema de discusión y otros modos de hacer. Un nuevo poder social. Se queman distancias que fundaban jerarquías y muchos pueden lo que antes era el monopolio de unos pocos. Y esto ya no como movimiento en los márgenes, sino central en nuestra sociedad. Pienso por supuesto en el 15-M, pero no sólo.

Por todas partes crece la sensación de que hay un desacople esencial entre las formas de vida y las instituciones que organizan la vida colectiva. La Tabacalera se la juega en ese desacople, como espacio abierto a esa creatividad social que desborda hoy el marco institucional clásico. Espacio de encuentros, espacio de imprevistos, espacio de autoorganización, espacio de colaboración entre diferentes, espacio participable... Ensayo de otros modos de gestionar los bienes y los recursos, producir y distribuir los saberes, tomar la palabra y las decisiones, organizar la misma vida en común. Aquí ya no se trata tanto de pensar la institución como centro jerárquico de sentido, sino como contexto o entorno, matriz o interfaz que acoge y produce distintos saberes, vínculos y encuentros.

De lo más interesante de La Tabacalera es el cruce entre lo público-estatal y lo público-autoorganizado (o lo común). Ese cruce promueve una idea nueva de lo público y una idea nueva de lo autoorganizado. Mientras que tradicionalmente lo público-estatal tiende al control, la homogeneidad y la verticalidad, lo público-autoorganizado tiende a la separación y a la autosuficiencia. Por un lado, tenemos espacios como los centros sociales autogestionados que gozan de mucha libertad y poca seguridad (precariedad, inestabilidad). Por otro lado, tenemos espacios más "seguros" pero donde no pasa nada, como tantísimos centros culturales. Se trata de pensar una nueva articulación que conjugue el caos autoorganizado y la estabilidad institucional (recursos, tiempo, espacio, etc.). Esa nueva articulación se está empezando a experimentar en diferentes formas y planos, con diferentes resultados y problemas, en espacios a mi juicio decisivos para el futuro como pueden ser Tabacalera o Medialab-Prado.

Por último, Tabacalera es un lugar repleto de problemas y precisamente eso es lo que me parece más interesante. ¿Qué quiero decir? Pues que la crisis de la representación y los intermediarios no asegura nada, no produce automáticamente mundos habitables, abiertos e incluyentes. Ni mucho menos. Tabacalera es un pequeño mundo lleno de los problemas del mundo compartido: choques, dispersión, desencuentros, aceleración, etc. No es muy distinto de la calle. Sólo hay quizá una ligera diferencia (pero decisiva): los problemas se pueden pensar y elaborar en común, se puede intervenir sobre ellos y gestionar colectiva, directamente. Pero gracias a que no hay mucha diferencia entre lo que pasa dentro y fuera de Tabacalera, lo que se experimenta dentro tiene muchas cosas qué decir a lo que ocurre fuera. Y tal vez la "política" de Tabacalera resida en este punto: no sólo en sus finalidades (el para qué de las cosas que se hacen), sino en el cómo. Cómo construimos, en el día a día, un mundo común.

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