Malo Será

La política originaria

 

Dice José María Aznar, madrileño, que Mariano Rajoy, compostelano, posee una gran experiencia para gobernar a pesar de su "origen y ejercicio de gallego". Desconozco todavía qué incluye ese "a pesar de", quizás hermanado con el sentido peyorativo de la palabra que hace tiempo ejerció Rosa Díez, sodupetarra. En España somos muy de tópicos. Que si ese catalán es un agarrado, ese vasco que no tiene miedo a nada porque "soy de Bilbao, hostia", ese andaluz que baila flamenco en el Rocío o ese gallego que no se decide. Por mi parte, dudo que todo catalán esconda la cartera bajo el mantel durante una cena. Me cuesta creer que los vascos se pasen el día cortando leños y estoy convencido de que hay andaluces que odian el flamenco y escapan de Sevilla durante los paseos de un Cristo al lomo de devotos. Algún ateo habrá, por la gracia de dios. Yo, compostelano, soy gallego de nacimiento, por lo menos, aunque no sé qué más me define como tal. Puede que lo único que lo haga, además del DNI, sea mi acento. Sea como fuere, creo estar bastante seguro de que cuando subo voy hacia arriba y que cuando bajo, me acerco al núcleo, no a la luna.

Arcadi Espada, barcelonés, y periodista, tuvo también la gentileza de llamarnos a los gallegos "estúpidos, aldeanos, ignorantes y pueblerinos". Suerte que Julia Otero, monfortina, no quiso aceptar esa descripción como apropiada a sus orígenes. Dudo que el ex presidente se haya suscrito a la opinión de Arcadi, barcelonés. Si así fuera, no habría apuntado el dedo hacia Rajoy, compostelano, a la hora de elegir un sustituto. Puede entonces que el tercero en discordia en las Azores sea un gran fan de lo académico y haya optado por una de las acepciones que hasta hace poco incluía la RAE, española, en su diccionario. Gallego: tonto. O tartamudo. O puede que se refiera a otras de las definiciones. Lagartija de río que nada muy rápido. Libélula. Ave palmípeda parecida a la gaviota. Dispositivo que aplana y nivela la caña de azúcar antes de ser molida. Lo más probable es que Aznar, madrileño, haya querido hacer la gracieta de turno. "Nombré a Rajoy, es bueno, pero, ya saben, gallego". Lo dice uno que ni siquiera se dignó a conocer a pie de playa el ejercicio de gallegos limpiando el chapapote de su mala gestión.

Más Noticias