Malo Será

Agencia de rating, ya a la venta

 

Si la economía fuese el mundo de la farándula, también habría revistas del corazón. Serían las agencias de calificación -o de rating-. La información basura es su especialidad -por algo valoran, entre otras cosas, los productos financieros basura-. Las víctimas de sus flashes en este caso serían empresas, bancos e incluso países. Y no siempre tan víctimas. También aquí predominaría el robado. De hecho, casi todo sería un falso robado. Me explico. Standard & Poor's ---o Fitch o Moody's--- recibe una llamada. Es el presidente de uno de los grupos bancarios más importantes del mundo. De lo más rico. De lo más poderoso. De lo más, más. Durante la llamada, el empresario le comenta a la revista del corazón financiero que va a sacar a la venta unas hipotecas trampa. Basura. Unas hipotecas que podrían arruinar a quien las adquiriese. Unas hipotecas de mierda, vaya. Pero para sacarlas al mercado y que funcionen necesita salir en la portada de Standard & Poor's ---o FitchMoody's--- (en el mundillo, a las portadas se las conocería como calificación triple A). La oferta es bien sencilla: dinero por dinero. Tú cobras por sacarme en portada, yo vendo mi hipoteca. Trato hecho. Al día siguiente, en todos los quioscos.

Las portadas de esas revistas de información financiera basura no serían más que opiniones. Rumores. Por supuesto, serían comentadas en platós de televisión. Como es lógico, habría algunos bancos y empresas ---sobre todo países--- que no estarán muy contentos con la calificación. Pero oye, es mi opinión y me ampara la primera enmienda. Siguiendo con la analogía, los países serían esas personas que jamás ocupan las portadas. Normalmente, su lugar quedaría relegado a esas páginas interiores que desatan lo más ruin del revisteo. Esa gente que si no acepta el chantaje y ayuda a desregular el famoseo financiero, vería expuestas al público esas arrugas en los Bancos Centrales o esos descosidos en la deuda. Su imagen se vería arruinada. Con excepciones, claro. Siempre se podría privatizar, rezar al liberalismo y escabullirse de los paparazzis de la economía.

Como en la vida misma, llegaría un día en que todo famoso descendería drásticamente de la cresta de la ola. Sus hipotecas basura estallarían, arruinarían a millones de personas ---¡qué imprevisto tan previsto!--- y tendrían serias dificultades para copar portadas. Solución: sencilla. Cambiarían las agencias de calificación por los platós de un programa telebasura que grita desesperado: ¡Sálvame! Al final, todo se quedaría en información de la peor calidad. De la mala, mala. Y nosotros también tenemos una solución para evitarlo: no comprar sus revistas ni ver sus programas telebasura.

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