Solución Salina

Tren bala

China para un venusino es como la santísima trinidad para un infante: ¿cómo es eso de que en una quepan tres? Así sea, padre, hijo y espíritu santo –o, lo que es lo mismo, China, Taiwán y, por cerrar el círculo, Hong Kong– son una sola cosa, aunque unos invoquen a Dios en sus plegarias y otros a Cristo en sus blasfemias, o viceversa. Lo del espíritu santo, al igual que sucede con la ex colonia británica, ya es más jodido de explicar.

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Disculpen la interrupción, pausa que aquí, a bordo del tren bala, es como medio Taiwán. Yo, desde el principio y sin pretenderlo, le hablo a esta gente en gallego, y creo que no me va tan mal. Ocurrió la primera mañana en el ascensor que, debido a mi desfase horario, pero también espacial, creí entender lo que no entendí y repliqué con un bom dia, como si estuviese descendiendo, años ha, de la planta 24 camino de la Avenida Paulista.

Es curioso como el ser humano alarga los buenos días, dilatando las sílabas como en un potro de tortura vocal, y no lo hace así con las buenas noches. No hablo sólo del portugués, porque pienso en el inglés y me sale un mooorning tan dilatado como el túnel Ayrton Senna, que debería llamarse Rubens Barrichello porque está siempre parado, sueltan con sorna y mala leche los taxistas paulistanos.

La peña, por cierto, suele equivocarse: paulista es el gentilicio del Estado de Sao Paulo, paulistano, de la ciudad, y carioca no es sinónimo de brasileño, por mucho que se empeñen los del As y el Marca, sino el gentilicio de Río de Janeiro, mientras que los habitantes del Estado del mismo nombre serían fluminenses, de ahí el nombre del time, que no es la hora sino el equipo.

Ya dije el otro día que fue un portugués quien bautizó esta isla con el nombre de Formosa, ¿no? La vio desde el barco en el que viajaba y pensó: qué hermosa. Estoy dispuesto a tragármelo. No me lo voy a creer yo, que siempre he pensado –dado el pormenorizado relato de mi padre, que no ahorraba en aspavientos para representar el momento– que Haití se llama así porque un paisano, cuando escuchó desde la cubierta gritar al vigía Tieeeerra, se dirigió a él con los brazos en alto y las venas hinchadas vociferando: Ahí ti.

Y yo les hablo en gallego y ellos hacen que me entienden.

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La chiquilla de mi izquierda, al otro lado del pasillo, ha bajado la cortinilla, dejándome sin vista siniestra. La de mi derecha o está viendo al espíritu santo, alelada, o sufre un trauma desde que le ordenaron en unas novatadas que mirase al infinito, donde sigue vegetando. Más allá de la luna (de cristal) están los arrozales, pero dejo para otro día el relato de las profusas pozas en Taipei y de la tierra ajironada por la mar salada en Amsterdam.

Viajo rumbo a Taichung, tirando hacia el sur, donde me quedan cuatro días por delante, en tren bala. Haciendo gala de su nombre, ya hemos llegado, lo que me recuerda aquel pasaje de una señorita muy fina de mi pueblo que, asomando la testa a la puerta del Finisterre con la intención de trasladarse a Coruña, le preguntó al busero:

- Oigaporfavor, ¿éste es el rápido?

- ¿Rápido? ¡Como una bala!

 

También desde Taiwán: En tránsito + Jet Lag

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