Una mirada a un mundo en crisis

Pisar Europa para las personas refugiadas es solo el primer paso

A menudo pensamos que cuando una persona refugiada llega a Europa su pesadilla termina o está cerca de hacerlo. Pero no es así. Normalmente poner un pie en el viejo continente es solo el principio de otro interminable viaje. Y no es que llegar a Europa sea sencillo, pero lo que viene después es algo de lo creo que se habla bien poco ya sea por intereses políticos o puro racismo y discriminación al intentar esconder la realidad de las personas refugiadas que solicitan asilo en Europa.

Quiero contaros la historia de mi amigo Rahim (pseudónimo para proteger su identidad), alguien quien conocí en la isla de Lesbos el pasado año. Él ha querido compartir su vivencia, pero esta claro que es un ejemplo entre miles. Y pese a que cada persona refugiada vive una situación completamente diferente e impredecible, podemos afirmar de forma categórica que la pesadilla se suma un capítulo más por el simple hecho de llegar al continente europeo. Europa, en dónde no son aceptadas más del 30% de las peticiones de asilo y en España la cifra cae al 5%. Además según el último informe de Eurostat Grecia lleva mucho tiempo abrumada por la cantidad de solicitudes de asilo que recibe y, según los informes, los tiempos de espera son extremadamente largos.

Rahim tiene actualmente menos de 23 años y su país de origen es Irán. Él, como tantas otras personas jóvenes en su país, no se considera religioso y ya desde bien joven intentó compartir con su comunidad sus visiones e ideas en relación a la laicidad. Esto hizo que al poco tiempo la policía secreta iraní acudiera a su trabajo. Por suerte ese día había pedido vacaciones para pasar el día con unos amigos. Gracias a esa casualidad tenemos la suerte de poder conocer hoy su historia, ya que, de no ser así, se hubiera sumado a la larga y anónima lista de disidentes políticos que son metidos en la cárcel durante décadas o incluso ejecutados en Irán por el simple echo de cuestionar las ideas del régimen. La brutalidad y represión del país de Oriente Medio no tiene límites así como muestra el reciente informe de Amnistía Internacional: "Irán: detenidos azotados, abusados sexualmente y sometidos a descargas eléctricas en una espantosa represión posterior a una protesta".

Después de que la policía acudiera también a su casa ese mismo día, Rahim vio claro que debía esconderse.

"Tenía miedo y no quería que le hicieran daño a mi familia" – comenta Rahim.

Ante esa situación, estuvo viviendo durante seis días en una casa abandonada a las afueras de Teherán y a partir de puntuales conversaciones telefónicas con su familia, que tuvieron más visitas de la policía, amistades y activistas políticas llegó a la conclusión que no podía quedarse en Irán ni un día más si quería sobrevivir.

Así pues, emprendió su viaje hacia Turquía. Evidentemente no podía intentar cruzar la frontera de forma legal ya que la policía tenía su identidad y tanto en el aeropuerto como en otros puntos clave era muy de esperar que lo detuvieran. Así que inició una ruta de tres días a pie a través de las montañas cercanas a la ciudad de Tabriz, que unen Irán con Turquía. Estuvo allí unos veinte días intentando gestionar una vuelta segura a su país. Al ver que no tenía alternativa y que su familia corría peligro si intentaba volver, tomó la decisión más difícil de su vida: viajar a Europa y pedir asilo allí.

En Estambul pudo encontrar una red de traficantes que por 1.200$ le ofrecieron poder viajar hasta la isla de Lesbos en Grecia desde Izmir, una zona costera de Turquía. Después de un primer intento fallido, dónde la policía turca interceptó el bote cuando estaban a punto de emprender la travesía, Rahim y las demás personas que viajaban con él tuvieron que pasar una semana en la cárcel. Después de ser liberados, volvieron a intentar cruzar, esta vez con éxito. En el pequeño bote viajaron 47 personas sin ningún tipo de material de supervivencia como chalecos, pese a que los traficantes les habían prometido que dispondrían de él. Rahim protestó al respecto y uno de los traficantes le enseñó su arma y le dijo que o bien aceptaba esas condiciones o sería su cuerpo sin vida el que viajaría en el bote.

"Para mi, la experiencia de cruzar por mar a Europa fue una probabilidad del 50%, una situación a cara o cruz dónde la mayoría no sabíamos nadar ni teníamos conocimientos de conducción de barcos. En ese momento, solo pasaba un pensamiento por mi cabeza: si la guardia costera turca nos interceptaba, me deportarían de nuevo a Irán y mi vida habría terminado..."

Por suerte, el gran barco que avistaron después de más de cinco horas de viaje, era de las autoridades griegas, con lo que, al menos en ese momento, todas las personas del bote pudieron respiraron aliviadas.

Europa y en concreto Grecia no era lo que él esperaba. Como tantos miles de refugiados y refugiadas se vio atrapado en el campo de Moria donde estuvo malviviendo durante 6 largos meses en una pequeña tienda de campaña. La precariedad del campo con su insostenible falta de higiene, comida y atención médica, falta de apoyo socio-sanitario y psicológico, mezclado con la creciente incertidumbre de no vislumbrar ningún futuro favorable cercano le hizo caer en depresión. Este hecho le llevó a tomar una dolorosa pero necesaria decisión: dejar la isla de Lesbos y la comunidad que había creado allí durante los últimos meses y viajar a Atenas.

Tienda en donde Rahim estuvo viviendo durante seis meses
Tienda en donde Rahim estuvo viviendo durante seis meses

Su solicitud de asilo no avanzaba pues la administración helena le programó su entrevista de revisión de su caso para setiembre de 2021 y pensó que mientras esperaba ese momento, en la capital tendría más oportunidades de encontrar un trabajo (aunque fuera de forma "ilegal"), aprender el idioma local y en definitiva sentir que haber abandonado su casa y su familia había tenido sentido.

Una vez allí contactó con algunos conocidos que se encontraban actualmente en la ciudad, así como algunas organizaciones de apoyo a personas refugiadas, pero no obtuvo ningún resultado, así que estuvo viviendo en la calle durante nueve días. Rahim no quiere entrar mucho en detalle en como fueron sus noches en el parque de Monastiraki, pero puedo intuir por su tono de voz que fueron momentos muy duros que quedaran grabados en su memoria durante mucho tiempo. Por fin surgió una oportunidad de poder alojarse en un edificio okupado en el barrio de Exarchia. Esta zona de la capital griega es largamente conocida por su tradición anarquista y sus constantes enfrentamientos con la policía, así como su gran solidaridad por parte de grupos y asociaciones de defensa de los derechos humanos que acogen a personas refugiadas.

Grafiti en un edificio de Atenas dónde se puede leer:
Grafiti en un edificio de Atenas dónde se puede leer: "Vironas (zona de la capital) distrito de inmigración. Ciudad de resurrección nacional y luchas sociales"

De este modo, Rahim pasó los siguientes 4 meses en ese edificio, conviviendo con otras personas en su misma situación. Familias, personas mayores y otros jóvenes como él trataron de sobrevivir en un edificio sin electricidad y con constantes cortes de agua. Un lugar dónde debían hacer turnos de guardias por las noches para vigilar que la policía no intentara desalojar el edificio. De nuevo, y después de intentar encontrar trabajo de cualquier forma y ser rechazado y ferozmente discriminado por su condición de refugiado, se dio cuenta de que esa no era una situación sostenible por mucho tiempo.

Debido a sus más que reducidos ahorros, sus posibilidades de encontrar a alguien que pudiera subministrarle documentación falsa para viajar a otro país eran escasas. Lo máximo que pudo permitirse después de pedir dinero a amigos y personas cercanas fue un pasaporte falsificado por 200€. Normalmente esta documentación puede encontrarse en el mercado negro desde ese precio y hasta los 1.500€. Una vez obtuvo su precario pasaporte italiano compró un billete hacia Milán. Durante los días previos a su partida estuvo estudiando expresiones básicas y vocabulario en italiano.

Al llegar al aeropuerto de Milán-Bérgamo, Rahim pasó todos los controles de seguridad hasta llegar al último chequeo justo antes de embarcar. Allí la vigilante de seguridad revisó su pasaporte y lo registró con una mirada inquisitiva de arriba abajo. Con una expresión de duda le preguntó que dijera algo en italiano, a lo que Rahim respondió "Il mio nome è Carlo Alfani". Acto seguido la vigilante, que no estaba convencida en absoluto, le pidió que dijera algo más. "Spero che tu abbia una buona giornata". Una nueva mirada de incertidumbre y la vigilante sentenció: "que tenga usted un buen vuelo" y le dio paso para poder dirigirse a la cabina del avión. El temblor de voz de Rahim me hace pensar que se está trasladando mentalmente a esa situación que parece ser uno de los momentos más tensos de su vida. Como lanzar una moneda donde tu destino depende absolutamente del caprichoso azar.

El llegar a Italia fue un paso totalmente temporal en el viaje de Rahim, ya que sabía bien que la situación allí es parecida a la de Grecia o incluso peor en materia de apoyo a personas refugiadas. Así pues, ese mismo día cogió un tren en dirección a Francia. Allí debería enfrentar de nuevo el chequeo de su precario pasaporte ilegal. Por desgracia, la buena suerte que había tenido en el aeropuerto no se replicó en la frontera entre Italia y Francia. Al chequear su pasaporte las autoridades fronterizas detectaron que era falso, detuvieron a Rahim y lo enviaron a juicio. Se enfrentaba a nueve meses de cárcel, pero por suerte su abogado de oficio pudo estipular un acuerdo con el que Rahim quedó libre de cargos, pero evidentemente la policía confiscó su documentación falsificada.

Sin papeles de ningún tipo sabía que debía moverse rápido, así que decidió seguir su marcha y cogió un tren en dirección a Suiza. Este tren no tenía ninguna parada prevista a parte de la rutinaria revisión en la frontera entre los dos países. En ese momento, Rahim me cuenta como se hizo el dormido en cuanto el revisor pasó por su vagón, con su portátil abierto, los auriculares en sus orejas y algunos libros sobre la pequeña mesita del tren simulando así ser un cansado estudiante. El revisor pasó de largo y su siguiente destino pudo hacerse realidad. Esta vez la suerte volvió a estar de su lado, ya que en su situación la sentencia esta vez no hubiera sido tan benevolente como en el juicio anterior.

En Suiza estuvo una semana en casa de un conocido y de allí se dirigió a su destino final, hasta el momento. El paso de Suiza a Alemania fue sencillo ya que solo tuvo que cruzar andando un puente en un pequeño pueblo fronterizo. Alemania es el principal país de acogida de Europa con más de un millón de personas refugiadas acogidas a finales de 2019.

Estadísticas de ACNUR sobre personas refugiadas con el detalle de principales países de acogida
Estadísticas de ACNUR sobre personas refugiadas con el detalle de principales países de acogida

Una vez en tierra germana, Rahim se dirigió a una estación de policía dónde solicitó formalmente petición de asilo. Técnicamente, una persona refugiada debe finalizar su proceso de asilo en el primer país europeo en el que solicita su tramitación. Pero en la presente situación, cuando Rahim llegó a Alemania, las autoridades germanas contactaron con las griegas para contrastar el estado de su caso y tramitar la reclamación por parte de Grecia para enviar a Rahim de vuelta. Pero la respuesta de Grecia nunca llegó. Después de seis meses sin que el país dónde se inició el proceso de asilo haya dado ninguna respuesta, el proceso puede proseguir con la administración de otro país. Así pues, Rahim está a día de hoy siguiendo su petición de asilo en Alemania en el campo para personas refugiadas de Zast en Halberstadt.

Reivindicación personas refugiadas en Zast solicitando el traslado del campo debido a la inseguridad y falta de medidas frente a la pandemia del COVID19
Reivindicación personas refugiadas en Zast solicitando el traslado del campo debido a la inseguridad y falta de medidas frente a la pandemia del COVID19

Como Rahim me comenta, la vida de las personas refugiadas es un periplo interminable de peligros, incertidumbre, injusticia e incomprensión. Después de haber dejado su casa en setiembre de 2018 y de haber cruzado seis países y recorrido más de 5.642km, Rahim se encuentra más de 720 días después sin opciones de construir una vida digna y segura, sin capacidad de trabajar ni acceder a la mayoría de recursos básicos que cualquier persona necesita. Perseguido en su país por intentar promover el librepensamiento y la laicidad se pregunta cual es su lugar en el mundo y me mira con ojos expectantes buscando una respuesta. Le digo que no la tengo y nos abrazamos. "Esperanza, amigo mío" es lo único que alcanzo a decir.

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