Tentativa de inventario

Aproximación a una barra de chóped nazifascista

Aproximación a una barra de chóped nazifascista
Uno de los participantes en la manifestación neonazi del día de la Hispanidad, a 12 de octubre de 2022, en Barcelona.- EP

Acotar la realidad no es tarea fácil. Entender lo que nos pasa exige, en ocasiones, de soluciones drásticas. Existe la opción de hacerle un tajo a lo real; seccionar el devenir como si de una barra de chóped se tratara y contemplar la rodaja resultante. El corte, paradójicamente, le toma el pulso a la vida, nos la ofrece en rebanadas, digerible. Del cálculo infinitesimal a la charcutería, pasando por la medicina forense, el cacho nos desvela las vetas que contiene el todo al que representa, los recovecos que esconde, las zonas de sombra. Miren, por ejemplo, la porción de realidad que precede a este texto. Observen cómo se tapa el rostro y estira el bracico. Es nuestra rodaja de chóped particular; nuestro trozo de realidad aumentada, apta para ser consumida.

La instantánea no deja indiferentes. Expertos en fotogenia insisten en la importancia de un rictus ingrávido. El sujeto-loncha está, en efecto, detenido, que sepamos no por las fuerzas del orden, sino por el tiempo que habita. Desde ahí nos mira. Desde ahí saluda con un gesto que no es de su época y que ni mucho menos es ingrávido. Le acompañan, al fondo, otras tantas rodajas de una misma barra de chóped. Celebran, intuimos, un hito que no les pertenece, pero que les genera íntima satisfacción, tanta que han decidido festejar con banderolas y botes de humo. Conforman, esto es así, una postal de cierta envergadura, entre aguerrida e impune. Épica.

Con todo y eso no es descartable que alguien, en algún momento, probablemente un bromista, decida voltear la imagen, proceder a lo que viene siendo un giro de 180 grados. En ese caso la gravidez tornaría ingrávida, el bracico quedaría colgandero y el chóped suspendido, en proceso de maduración.

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