Principio de incertidumbre

La patronal debe cerrar el pico

Es hora de que la patronal cierre el pico. De verdad que me gustaría dejar el artículo ahí, en una línea, para ser como poco tan chulo y prepotente como pareció ayer el representante de los empresarios españoles. Pero como para hacer eso hay que tener corbata, gomina y reparto de dividendos, me voy a conformar con meter un punto y aparte aquí, aun sin esconder del todo el íntimo deseo de cosérselo entre los maxilares para no oírle vulnerar de nuevo las más básicas normas del buen gusto.

El hecho es que la colección de improperios que profirió ayer Joan Rosell, presidente de la CEOE en libertad (rara excepción en la institución de un tiempo a esta parte), no hace sino que nos preguntemos si los empresarios españoles vienen eligiendo a los representantes que más se les parecen. Después del preso modelo Gerardo Díaz Ferrán, sacan a la palestra la diplomacia de Rosell. Y es que es difícil ofender a más personas en menos tiempo. Por eso, quizás, sea hora de recordarles a los grandes empresarios españoles y a sus representantes el papelón que están jugando en esta crisis. Porque como bien dice su mandamás, está bien "abrir debates que la gente tiene miedo de poner encima de la mesa".

"Hay grasa en todas partes". Esta afirmación de Rosell no se refería a los orondos repartos de dividendos y beneficios de los que han hecho gala grandes empresas españolas al mismo tiempo que anunciaban miles de despidos (véase Telefónica o Acciona, por ejemplo). No. Se refería el señor Rosell a los 300.000 ó 400.000 funcionarios que, según su reputada opinión científica (dejémosla en reputa mejor, sin la última sílaba), sobran en España. Ésos a quienes estaría "mejor ponerles un subsidio a que estén en la Administración consumiendo papel, teléfono y tratando de crear leyes". Y es lógico que piense así, ya que a él y a muchos de sus representados puede que les encantara que no hubiese ni leyes fiscales ni laborales. Y a su predecesor en el cargo, Díaz Ferrán, que está en busca y captura de inversores por las prisiones de este país, que no hubiera ley alguna.

Esta incontinencia numérica y verbal del señor Rosell, apuntalada por los datos de paro que no se cree (amparado en su científico ábaco), sería digna de una sonda que le regule el tránsito conectivo del circuito corporal que une cerebro, boca y último tramo intestinal, pues tiene una rara disfunción que le hace cagarla cada vez que piensa en voz alta. Sabrán perdonar los lectores el tono y lo escatológico del tema (escatoilógico, intercalando una i, para mayor precisión). Y es que lo menos que podría hacer la CEOE después de los escándalos conocidos y el transcurrir de la crisis, es mostrarse prudente en sus declaraciones.

Porque de no ser así, vamos a tener que seguir hablando de esos debates que no se ponen encima de la mesa y que afectan a los grandes empresarios de este país. Podemos hablar, por ejemplo, de que el 72% del fraude fiscal lo perpetran las grandes empresas y las grandes fortunas, según denuncia el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda. O podemos mencionar lo cutre del modelo empresarial patrio, estando a la cola de Europa en innovación (como denuncia un informe de la Comisión Europea aparecido recientemente). O se puede señalar su nula competitividad a pesar de que el salario medio y mínimo de España son de los más bajos de la UE-15 (no se puede estrujar más a los trabajadores). O ya por último, hablar del papel de los empresarios en la corrupción de este país: porque si se han visto envueltos políticos, hay que decir que detrás de cada uno había un empresario repartiendo sobres de dinero.

Señor Rosell, usted que desde su cargo dispara al aire sin distinciones y define a los funcionarios como "prepotentes e incumplidores" y a muchos desempleados como vividores que "no tienen intención de trabajar y se apuntan" al paro por si les cae algo, debe usted saber que se puede aplicar la misma brocha gorda al colectivo que representa y acusarlo de ser un foco donde abundan la incitación a la precariedad, la corrupción, el fraude, la ineficiencia y el cutrerío patrio. Es decir, dicho esta vez bien con brocha gorda o bien con pincel con GPS: bastantes de los problemas de España empiezan en su clase empresaria. Así de claro.

Llegados a este punto, qué menos que hablar contenidamente y sin llamar mucho la atención por una buena temporada... Para que nos entendamos: que cierre usted el pico, que la grasa de su colectivo está que se desborda.

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