Martín tiene 54 años. Se le diagnosticó la enfermedad en 1985, hace 26 años. Era drogodependiente y se contagió por vía intravenosa. Su mujer murió de sida.

Hablar de sida es siempre aprender con él. Es un pozo sin fondo y además de luchar contra la enfermedad, lucha para que otros no tengan la enfermedad

Para Martín, el sida no solo trajo la ruina a sus vidas si no que además lo hizo por capítulos, "desde el día que te comunicaban lo que tenias, comenzabas a morir "en fascículos".

Su vivencia es que semana a semana y por entregas, siente que "ibas viendo que conforme ibas acumulando enfermedades y otros se acercaban a la muerte, tú nunca terminabas la colección".

A esa visión un tanto pesimista, de capítulos, fascículos y colecciones por entregas dice: "Solo te quedaba vivir con los restos de lo que pensabas iba a ser una vida feliz".

Sobre el futuro, Martín que lleva 26 años con el VIH en su cuerpo, piensa que el problema está en que le falta la base. Y cuando habla de base, Martín se refiere a esos 10 ó 15 años que dice que "todo el mundo tiene para prepararse".

Y termina su visión del futuro, con una descripción realista, muy basada en lo que ve a diario "Una vez que ya has aceptado que no puedes recuperar esos años, el futuro es verte en el espejo vivo".

Por último, la supervivencia es vista en el entorno que describe de forma radical: "tendríamos que estar muertos y estamos vivos".  Y continúa: "A pocos se les puede poner la medalla de que lucharon contra la muerte. Si acaso fue "un buen barman". Mezcló bien los ingredientes (responsabilidad, cambio, esperanza, etc.) y todo con la suerte como aliada".

Termina explicando como se siente: "Si eso es ser superviviente, yo lo soy". Los que le conocemos, lo sabemos.