El grito en el suelo

Magistrados, vaya tropa

Costa y Camps son inocentes,
Baltasar un delincuente
peligroso,
la prensa internacional
crucifica al tribunal
por alevoso.

¿Respeto por el Supremo?
Me cuesta mientras blasfemo
contra el trepa,
si la letra de la ley
sanciona que el tuerto es rey
¡Viva la Pepa!

El juez estrella estrellado
por haberse destacado
en un oficio
de togados obedientes
que nunca sacan los dientes
contra el vicio.

El narco y el terrorista,
el Pinochet y el perista
de los GAL
brindan con champán francés
celebrando que el buen juez
acabe mal.

Los huesos de las cunetas,
¿quién carajo los respeta
y los rescata?
Garzón hizo lo que pudo
por deshacer ese nudo
en la corbata.

Inmundo mundo al revés,
los que juzgan con los pies
dictan sentencia,
encadenando a Garzón
amordazan la razón
y la conciencia.
Qué vergüenza señorías
si triunfa la sangre fría
en este punto
de la historia interminable
que no confunde culpable
con presunto.

Ganan porque fracasamos,
cabalgan porque dejamos
de ladrar,

el tiempo pondrá en su sitio
un auto falto de litio
y bipolar.

Tanta saña contra él
acabó trucando el fiel
de la balanza,
me rasco porque me pican
las togas que santifican
la venganza.
Baltasar es el rey bruno
que se creyó blanco y uno
de los nuestros,
abomino de este fallo
tan mezquino, tan malayo
y tan siniestro.

El chileno, el argentino
braman contra el desatino
judicial,
los huérfanos de la guerra
reviven un cuerpo a tierra
criminal.

Que se tiente Rubalcaba
la ropa porque las habas
del congreso
mal contadas se repiten
si Carme y Garzón compiten
por un beso.

El vals de los magistrados
nos mostró esta vez su lado
más oscuro,
son coleguitas ¡Qué tropa!
los que le llenan la copa
de cianuro.

La condena promulgada
se parece a la quijada
de Caín,
para acabar de joder
ahora tendrán que absolver
a Urdangarín.

A bailar el tico tico
sin las Jennifer, los Kikos
y las Juanis,
me voy, doblando la apuesta
de mi primo con la orquesta
del Titanic

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