Entre leones

Podemos

Tengo que reconocer que ‘Podemos’ no concitó durante la campaña electoral de las europeas mis simpatías ni por un solo momento. El tufillo a Carta a los Reyes Magos de su programa electoral, con propuestas simplemente imposibles o demagógicas –derogación del Tratado de Lisboa y modificación de los de libre comercio o auditoría ciudadana de la deuda y una banca al servicio del ciudadano, entre otras-, y la posibilidad de que su irrupción sólo sirviera para fragmentar aún más el voto de la izquierda, me llevó a recibir a Pablo Iglesias y a los suyos con muchos recelos.

Sin embargo, después de lograr 5 escaños y 1.214.156 votos, convirtiéndose en la cuarta fuerza política de España –la tercera de Madrid-, he cambiado, en parte, de opinión. Sigue sin convencerme su programa electoral, que destila izquierda anticapitalista trasnochada, pero creo que ‘Podemos’ merece un respeto. El millón largo de votos que ha cosechado así lo exige en democracia. Ahora habrá que esperar a ver si esta formación política va más allá de sus exitosas prédicas televisivas en el desierto.  O, como sospechan muchos sesudos analistas, se convierte sólo en un serio aviso, en una especie de sarampión de un sistema bipartidista que, ahora sí, está obligado a reaccionar si no quiere quedarse sin el elixir de la sopa boba.

Pero hasta en ese rol de avisador de navegantes merece respeto. Que haya puesto seriamente en peligro la hegemonía de PP y PSOE y haya cortado las expectativas de los terceros en discordia –IU y UPyD, principalmente- no es un castigo divino sino un diagnóstico preciso de una crisis institucional de caballo creada por todos ellos, con un papel estelar de populares y socialistas. ‘Podemos’ ha irrumpido como lo ha hecho gracias a un Gobierno que es capaz de celebrar una presunta recuperación económica con un 25% de paro. Ha aterrizado sin paracaídas porque los gobiernos de ZP y Rajoy han aumentado la nómina de pobres y han ido excluyéndolos, recorte a recorte, del Estado del bienestar. Ha llegado hasta la playa de la representación popular porque los bancos practican ante desahuciados y derrotados por la crisis el ‘anda yo caliente, ríase la gente’ con pólvora del Rey. Está donde está porque la Marca España se ha convertido en un sarcasmo, en una broma pesada con más dinero público, en un país que es conocido allende de nuestras fronteras también por sus sonados casos de corrupción: Gürtel, Bárcenas, ERES, Urdangarin, Palau, etc. Ha logrado una quiniela de 15 porque para mejorar nuestra autoestima dependemos casi exclusivamente de once tipos en calzoncillos que corren detrás de una pelota.  Ha alcanzado la meta porque a España se le escapa Cataluña a chorros con un presidente que en vez de practicar el noble ejercicio del diálogo, se dedica a jugar a los trenecitos. Ha arribado al meollo europeo porque la sanidad y la educación públicas están en el mercado para que los mismos del ladrillo sigan convirtiendo esos derechos sagrados en pompas de jabón. Han sacado partido de las europeas porque mucha gente está harta de esta vaina de pasarlo mal otro día más. ‘Podemos’ es la respuesta a todo eso y mucho más.

Esta convicción del sentido último de de ‘Podemos’ se ha hecho más fuerte  para mí tras escuchar atentamente la avalancha de críticas que ha recibido. El primero en tirarse al cuello ha sido Felipe González, que les ha tachado de bolivarianos y les ha atribuido la influencia maléfica de "algunas utopías regresivas". Al precio que se ha puesto la conferencia, normal que el ex presidente se prodigue tanto. Ya sólo le falta hacer el florero chino para Radio Taxi.

Desde el PP, el gurú Pedro Arriola también se ha sumado a la fiesta. Para el sociólogo de cabecera de Rajoy, los chicos de ‘Podemos’ son unos frikis sin futuro. Después de la metedura de pata sexista de Arias Cañete, lo suyo suena a derrote, que, como es sabido, es una acción propia de los mansos.

Pero hasta Esperanza Aguirre ha tirado a dar, metiendo a ‘Podemos’ en el mismo saco que IU y los separatistas, y alertando que los partidos anticonstitucionales suman ya el 38% de los votos.  En esta ocasión, afortunadamente no se ha llevado ninguna moto de la Policía por delante. Algo que, sin ningún género de duda, hay que agradecerle por el buen estado del parque móvil del Ayuntamiento de Madrid. ¡A sus pies, señora marquesa!

Y Rosa Díez, lideresa de UPyD, les ha calificado de populistas de izquierdas. Bueno, bueno, bueno. Lo de esta señora, campeona del populismo de izquierdas y de derechas –le pega con los pies-, le preocupan ahora los populismos. En fin, para tirarse por los bloques.

Y como estos, muchos más se han rasgado las vestiduras con ‘Podemos’ en vez de practicar el sano ejercicio de la autocrítica. Ellos, que han creado el caldo de cultivo para que floreciera esta formación en apenas cinco meses, se quejan  ahora de que 1,2 millones de ciudadanos hayan votado lo que les ha dado la real gana. Podemos y queremos, habrán dicho tras ejercer su derecho al voto con indignación e ilusión. Vamos, un que-os-den en toda regla.

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