Entre leones

JP Morgan, Fitch y el monte de Venus

JP Morgan recomienda comprar deuda irlandesa y desaconseja la española por Cataluña y Podemos. El primer banco estadounidense por activos lanza esta recomendación a sus clientes ante "las expectativas de que la incertidumbre política crezca a nivel tanto regional como central" en España.

Tras el último barómetro del CIS, que convierte a Podemos en la primera fuerza política en voto decidido por delante del PSOE y el PP, los analistas de Gianluca Salford y Marco Protopapa señalan en el informe elaborado para JP Morgan que "la preocupación sobre la economía aumentaría especialmente ante el programa radical de Podemos". Sobre todo, por la intención de los chicos de Pablo Iglesias de encargar una auditoría si llegaran a la Moncloa y decidir qué parte de la deuda pública se debe pagar. Dos decisiones que a juicio de estos teóricos del carnaval desembocarían en un impago de la deuda.

Además, mantienen que la consulta catalana y el posible adelanto electoral provocarían un "nerviosismo"  y una cierta incomodidad entre los inversores de deuda nada recomendable para este tipo de actividades de casino financiero.

Una semana antes, la agencia de calificación Fitch, que ya se olía lo de Podemos –en verdad lo de la encuesta del CIS, pese a la cocina, lo sabía hasta el Tato- ya señaló en otro informe que la deriva soberanista catalana y la inestabilidad política podrían provocar una rebaja en el rating soberano de España. Chungo.

En fin, estos informes ponen de manifiesto que la derecha económica se ha puesto las pilas. Y por ende, el Gobierno, que la representa sin complejos, con dos huevos duros más.

Hasta antes del CIS, la irrupción de Podemos era un problema de la izquierda. Que el voto de este espectro electoral se fragmentara, era bueno para el PP, que podría incluso repetir la mayoría absoluta con poco más del 30% de los votos en las legislativas de 2015.

A fin de cuentas, en este escenario pre-CIS, los grandes damnificados de los podemos serían IU, que se quedaría en los huesos, como el PCE en 1982, y el PSOE, que se sumergiría en una profunda crisis al sufrir un ‘sorpasso’ del mismo calibre del que le infligió el Syriza al PASOK en Grecia en los últimos comicios. Con Susana Díaz, que aspira al sillón de Pedro Sánchez, como virtual aliada, el empeoramiento estaba garantizado.

Pero el patinazo del PP, que en voto decidido se sitúa como tercera fuerza política, lo ha cambiado todo. Ni la cocina, que le ha servido para mantenerlo en este barómetro en cabeza, le sirve ya para ocultar una caída en picado que tiene también muchos componentes estructurales.

Por eso, porque Podemos le está empezando a tocar los votos –y los dineros-, el PP y el Gobierno se han puesto manos a la obra. Así las cosas, la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, ya ha dicho que la formación del ‘coleta’ es un peligro hasta para la mismísima democracia. Y los argumentarios populares, que recorren las tertulias como la pólvora, echan chispas contra Pablo Iglesias, que es poco más o menos que la reencarnación del Demonio Pincha Papas con un toque de Belén Esteban.

Y no sería extraño que, en esta toma de conciencia del problema que representa Podemos para el PP, la manga ancha que determinadas teles han tenido con Pablo Iglesias hasta convertirlo en una estrella mediática y un líder político se vaya reduciendo progresivamente. Aunque para ello tengan que sacrificar audiencia. Ya se sabe, otra cuestión de Estado para esta tropa.

Sin embargo, el PP no lo va a tener nada fácil. Los escándalos en su seno no parece que vayan a decaer, si es verdad que hay unos ‘cobardes’ sueltos, tal como los calificó días atrás Cospedal, que pudieran tirar de la manta, que pudieran querer hundir el barco popular con la gaviota dentro.

Ante una inacción frente a la corrupción clamorosa, que alcanzó el culmen cuando Rajoy se ‘wasapeó’ con Bárcenas para decirle ‘tranqui, Luis’, las cañerías de Génova están a punto de estallar y la avería parece que será tan gorda que no pondrán taparla ni con la mayoría absoluta ni los antidisturbios que sustentan al Gobierno.

De eso, del río de corrupción que corre por las venas del PP, no tiene la culpa ni Iglesias ni Podemos, ¿no?

A ver si ahora los analistas de JP Morgan y Fitch concluyen que el ‘coleta’ tiene la culpa de las cuentas suizas del tesorero del PP, las ‘tarjetas black de Caja Madrid’ y las mangancias púnicas de Granados. Y, sobre todo, de que Monago haya gastado 10.000 euros en 32 viajes a Tenerife, con cargo al Senado, hasta darse cuenta de que su novieta no tenía el mismo monte de Venus que la prima de riesgo.

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