Entre leones

Tras la tormenta perfecta

Una especie de tormenta perfecta ha provocado que Podemos se haya convertido en pocos meses en la primera fuerza política de España en intención de voto según el último sondeo del CIS.

Le empezó abriendo hueco en la escena política española el PSOE de Pérez Rubalcaba tras una segunda legislatura de ZP que dejó el proyecto socialista para el arrastre. El leonés ni siquiera vio venir la crisis de caballo de la que aún hoy no acabamos de salir, y sumió en el descrédito a la propia marca.

El relevo en la dirección socialista, con la llegada de Pedro Sánchez de carambola, apenas si ha parado una sangría de votos heredada. Además, Susana Díaz, sabedora de las urgencias, ha convertido los pocos más de 100 días del nuevo secretario general en pura interinidad y hace peligrar esa tímida recuperación por su empecinamiento en postularse como alternativa entre las sombras.

Cultiva su perfil nacional con obviedades sin dejarse escrutar a la espera del batacazo electoral. Mientras tanto, permanece casi inédita como presidenta de Andalucía, donde Podemos ya le ha descuadrado las cuentas no solo por el efecto tsunami que le acompaña sino también por la inacción del propio Gobierno andaluz.

Por el mismo hueco que se ha colado en el granero de votos socialistas, Podemos ha irrumpido en el de Izquierda Unida, que ha visto cómo sus buenas expectativas electorales –ganadas a pulso- se han evaporado de la noche a la mañana hasta dejarle por delante un papel vicario.

En la parroquia electoral popular, Podemos está empezando a hacer sus incursiones por el desmoronamiento que está sufriendo el PP de la mano de un Gobierno que no siente ni padece.

O, mejor dicho, por mor de un presidente que cree que sus reformas son la leche cuando en realidad son percibidas por la mayoría de los ciudadanos como un acto de mala leche contra sus vidas y sus haciendas.

Ha sido patético ver cómo en el G-20 sacaba pecho por los elogios recibidos por estas reformas, cuando gran parte del cabreo nacional que ha dado alas a Podemos tiene su origen por el sadismo que acompañaba a las mismas. Hasta Bruselas le he dicho que el recorte salarial en España, que es donde reside el monumental enfado de las clases medias, ha sido un acto de injusticia.

En el caso de UPyD, Podemos solo ha tenido que mover los palos del sombrajo de este chiringuito partidista para dejar a Rosa Díez y a los suyos en pelota picada. Era cuestión de tiempo que la ambigüedad hecha partido quedara a la intemperie.

Ni que decir tiene que los casos de corrupción -especialmente el de ‘las tarjeas black de Caja Madrid’, que pareciera diseñado por propio Pablo Iglesias-, han abonado aún más el pelotazo electoral que se le presupone a Podemos.

Sin embargo, tras esta tormenta perfecta que ha desguazado el bipartidismo y ha cortado de raíz el crecimiento de IU y UPyD, y una vez que Iglesias ha nombrado a sus 62 leales, Podemos está obligado a explicarse. Vamos, tiene que ponerle letra a la música, como le exigen los que le están esperando para someterlo a un tercer grado.

De entrada, Iglesias debe concretar cómo pretende demoler el pacto del 78 y toda la Transición para construir una España mejor. No vaya a ser que la onda expansiva nos convierta en Guatepeor y el remedio acabe siendo peor que la enfermedad.

Y, a lo mejor, mire usted, nos vale con chapa y pintura y una jubilación masiva anticipada de las castas, aunque el cuerpo nos pida una acción política avalada por la Goma-2. Ya se sabe los experimentos son más seguros con gaseosa.

De forma urgente, tiene que aclarar qué hay tras ese adanismo que le viste y calza. No vaya a ser que, con el culto a la personalidad que contienen estos procesos, se nos convierta en un ‘salvapatrias’ más –sí, algo posmoderno- de los que han galopado a lo largo y ancho de la historia de España.

Y lo de sacarnos de la OTAN y romper el actual convenio con EEUU merecen también algo más que un titular.

A mí, como periodista y ciudadano, me preocupa sobre todo que Iglesias siga manteniendo que "los medios de comunicación privados son una amenaza para la libertad de expresión". Si dijera los públicos, pues algunas televisiones como la española, sobre todo con los últimos cambios, que han situado al jefe de prensa de Alicia Sánchez-Camacho como director supremo de la territorial de Cataluña, sin duda que lo son.

Pero Iglesias tiene que explicarse mejor, porque no creo que él mismo esté muy descontento con La Sexta y Cuatro, dos televisiones privadas que, ya sea por audiencia o por ideología, han sido dos tuercas más en el engranaje propagandístico de Podemos.

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